Xi Jinping en Rusia: ¿Crítico, mediador o apoyo moral?

Xi Jinping y Vladímir Putin, en junio de 2019. | www.kremlin.ru, Wikimedia
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Madrid. Entre el 20 y el 22 de marzo el presidente chino, Xi Jinping, se dirigirá a Moscú para reunirse con su homólogo ruso, Vladímir Putin. Esto será la primera visita del dirigente chino al Kremlin desde 2019 y el primer encuentro entre los líderes desde la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en Samarcanda (Uzbekistán) en septiembre de 2022. Durante semanas se habló de la anticipada visita, después de que Putin invitase oficialmente a Xi, pero tan solo el 17 de marzo se supo la fecha concreta. Justo un mes antes la capital rusa fue visitada por el exministro de Exteriores chino Wang Yi, que preparó el escenario para la llegada de su jefe. El funcionario chino dejó claro la posición de su país con una proposición de 12 puntos para alcanzar la paz en Ucrania. Acabada la Asamblea Nacional de China, Xi puede proseguir con sus planes geopolíticos.

Hace ya más de un año, en febrero de 2022, días antes de que comenzase los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín, China y Rusia anunciaron una «amistad sin límites». Tan solo tres semanas después, Putin comenzaría la operación especial en Ucrania. Nadie sabe si el dirigente ruso informó a su homólogo chino en febrero, pero es un hecho, que la escalación con el reconocimiento de las repúblicas separatistas el 21 de febrero ocurrió justo después de la clausura de los JJOO de Invierno el día 20. Según los portavoces de los gobiernos a ambos lados de la frontera, esta reunión busca reafirmar esta íntima relación entre Moscú y Pekín, además de discutir numerosos proyectos económicos.

Putin y Xi durante la década que este último lleva en el poder se vieron en 39 ocasiones: en visitas bilaterales y cumbres tanto regionales como internacionales. Sin embargo, el coronavirus cambió todos los planes, aislando a los países del mundo externo. El líder chino, que hasta hace poco seguía la política de tolerancia cero contra la COVID-19, no salió del país desde enero de 2020 hasta septiembre de 2022. A pesar de esta larga pausa sin verse, la cumbre de la OCS no le trajo al jefe del Kremlin el esperado apoyo de países en vías de desarrollo en cuanto al conflicto ucraniano. Al contrario, el primer ministro de India, Narendra Modi, y Xi criticaron en cierto modo la prolongada guerra, que afectaba a las cadenas de suministro por todo el mundo e impedía el desarrollo. «Ahora no es momento para guerras», dijo Modi en Samarcanda.

A pesar de este descontento, ni Pekín ni Nueva Delhi llegaron a condenar las acciones de Putin. Al contrario, los gigantes asiáticos decidieron aprovecharse de las sanciones occidentales que fueron privando gradualmente al Kremlin de la demanda de carburantes, importando más gas y petróleo ruso. Así, Rusia saltó varios puestos en la lista de principales exportadores energéticos tanto a la India, como a China. Esta estrategia a dos bandos les permitió evitar las sanciones y al mismo tiempo usar la precaria situación de Moscú. Mientras la propaganda rusa alardeaba la recién obtenida independencia de Occidente, Pekín y Nueva Delhi sustituyeron el monopsonio europeo por uno asiático.

La principal pregunta en cuanto a la visita de Xi es: ¿Cuál es el objetivo de su visita a Moscú? Por un lado, es posible que quiera empujar a Putin hacia la paz, haciendo de mediador como hizo en el caso de Arabia Saudí e Irán recientemente. La volatilidad de los mercados es un problema para todo el mundo, independientemente de las inclinaciones políticas. Y mientras siga la guerra en Ucrania, siempre queda la posibilidad para una escalación repentina o algún desastre, como, por ejemplo, la quiebra del pacto del trigo. No obstante, a diferencia de la Guerra Fría de Oriente Medio, en el conflicto ucraniano Pekín nunca será visto como un negociador imparcial debido a sus estrechos lazos con el Kremlin e incluso alegados envíos de armas y chalecos antibalas al agresor. La propuesta de paz china corrobora este punto más aún, evitando las críticas de Rusia, pero sí guardando unas cuantas para Occidente por sus sanciones unilaterales. La Turquía de Recep Tayyip Erdogan, como demostraron las negociaciones de Estambul en marzo de 2022, es uno de los pocos países que podría en teoría mediar ente Kiev y Moscú.

Además, la política internacional china estuvo marcada en las últimas décadas por la neutralidad frente a conflictos armados. Pekín no suele apoyar a ningún bando en concreto en las guerras civiles, prefiriendo estar al margen para convertirse en un socio viable para cualquiera que salga ganador. La única excepción podría ser Myanmar, donde China apoya claramente a la junta militar birmana. Entrometerse en el conflicto ucraniano de forma activa o incluso enviar armamento pesado sería un tipo de riesgo que Pekín suele estar reacio a aceptar.

Por otro lado, la visita a Moscú tiene lugar justo después de la cumbre del pacto de seguridad (alianza militar) AUKUS en San Diego, California, hace una semana. A pesar de las declaraciones de los líderes presentes, la triple alianza entre Australia, Reino Unido y EEUU tiene un claro posicionamiento anti chino. La reciente reunión aseguró tres submarinos nucleares para Canberra, rival acérrimo de Pekín desde 2021. El viaje a Moscú puede ser para Xi una forma de enviar un mensaje a Washington: si Joe Biden puede permitirse poner a potencias regionales en su contra, lo mismo puedo hacer él, asegurando su amistad con Putin.

Crítico, mediador o apoyo moral, Xi no se dirige a Moscú para hablar de amistad y cooperación simplemente. La reunión a puerta cerrada, lejos de los ojos de la prensa, está destinada para que los dos líderes hablen de lo que a tantos les preocupa: ¿Qué hacer?

Iván Ortega Egórov

Estudiante de Economía y Estudios Internacionales de la Universidad Carlos III de Madrid

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