Xi y Putin diseñan un nuevo mundo global tras el III Foro de las Rutas de la Seda

Madrid. China y Rusia han fortalecido su unión y han profundizado en certificar su confianza, pero Pekín está preocupado por la inestabilidad mundial, que no facilita la estabilidad económica, y Moscú se halla encerrado en su estrategia por ganar la guerra a Ucrania, sin fin inmediato, y con síntomas de debilidad. Con todo, el Gobierno chino aprovecha para comprar petróleo ruso a bajos precios, y Vladimir Putin supo mediáticamente ganar su guerra particular asistiendo al III Foro de las Nuevas Rutas de la Seda, donde además de verse con Xi Jinping, también se encontró con Viktor Orban, el primer ministro húngaro, y aliado en la Unión Europea de Rusia, para diseñar un nuevo mundo global.
China no quiere problemas, quiere que le dejen tranquilo. China es una cantera de materias primas, y ahora Rusia se ve obligado a hacerle un buen precio del crudo como hace con India, pero prefiere vender a bajo precio a no vender nada. Un viaje de Putin para demostrar que no está solo y busca vías de salida al bloqueo que sufre el país. Y mientras tanto, la guerra de Ucrania sigue activa, Oriente Medio se calienta y Taiwán espera a futuros acontecimientos.
Pese a que el comercio bilateral este año entre ambos países llegará a los 200.000 millones de dólares, China saca provecho de la situación rusa en su guerra contra Ucrania comprando petróleo más barato. El gigante asiático aumentó en mayo las importaciones de petróleo provenientes de Rusia en un 15,3 % en comparación con las cifras del año anterior y se ha convertido en el mayor socio energético de Rusia e incluso se espera que las entregas de energía rusa a China aumenten en un 40 % durante este año, según datos de la Administración General de Aduanas del país. Eso sí, Pekín ha recibido críticas por su estrecha asociación estratégica con Rusia, pero no por condenar la invasión ucraniana, sino por sus lazos con Moscú en el ámbito energético, que rompe la política de sanciones. Xi lo dice claramente: tanto China como el mundo «irán mejor» si al otro «le va bien».
Una visita sin grandes acuerdos y únicamente para ratificar la confianza entre los dos países, en un momento en la situación política internacional que se ha crispado aún más con la crisis de Oriente Medio. Nadie duda que a China, siempre dispuesta a conseguir la mayor energía posible, le interesa mantener estrechas relaciones con Moscú porque sabe que así se aprovechará más de los amplios descuentos del crudo y gas ruso. También Putin se ha beneficiado en su encuentro con Xi, y su foto con el líder chino y los representantes de 130 países que asistieron a la cumbre le dan cierta credibilidad entre sus socios para demostrar que no está sólo en el mundo.
Putin ha ganado mucho en su visita a Pekín, y ahora puede presumir de su amistad con el presidente chino, además de con otros muchos de los representantes de los más de 130 países que asistieron a la cumbre, en especial los del Sur Global, agrupados en torno a los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que se verá en 2024 ampliado con Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Egipto, Etiopía y Argentina, con un importante peso estratégico-económico y, obviamente, los objetivos de la Ruta de la Seda con China como principal valedor también están ahí.
Una bipolaridad política dependiente de una convulsión política internacional pero, pese a la inestabilidad mundial, una «guerra fría» como en los «viejos tiempos» es complicado cuando tanto chinos como estadounidenses tienen el mismo objetivo, que es no dañar a la economía como se está viendo con la guerra de Ucrania. Y claro ahora, el precio del crudo disparándose con la guerra en Oriente Medio por el enfrentamiento de Hamas e Israel conlleva una inestabilidad mundial que Xi Jinping contempla cada vez con más preocupación.
De momento, Taiwán puede respirar, pero una invasión sobre la isla taiwanesa al menos hasta el 2027, fecha en la que Xi cumple 15 años en el poder en su tercer mandato, o hasta 2049, centenario de la fundación de la República Popular China, no hay indicios pragmáticos de que China vaya a realizarla, pero mientras Xi tiene claro que no quiere traspasar a generaciones venideras el problema taiwanés, Estados Unidos sigue con sus planes en su ayuda militar a Taipéi y antes de 2027 facilitará armamento con un coste de 19.000 millones de dólares, además de realizar un entrenamiento militar conjunto y reforzar el Ejército estadounidense en la región, según fuentes cercanas a los republicanos estadounidenses.
Vladimir Putin ha logrado en Pekín que los presidentes de Tailandia y Vietnam le inviten en un futuro próximo a visitar sendos países en sus encuentros con motivo del III Foro de las Nuevas Rutas de la Seda, una posible visita que compensa para salir de su aislamiento, y al igual que China son países que no han ratificado el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI), lo que evitaría cualquier orden de arresto contra Putin. Fue en Kirguistán, para asistir a la cumbre de la cumbre de la Comunidad de Estados Independientes, su primera visita al extranjero antes de viajar a Pekín desde que la CPI emitiera una orden de captura en su contra por la «deportación» de niños ucranianos.
Xi se vio apoyado por Putin en su demanda de que la OTAN debía frenar su expansión en Europa del Este y a cambio de ello el presidente ruso secundó la posición china de oponerse a toda independencia formal de Taiwán. La última vez que el presidente ruso visitó Pekín fue el 4 de febrero de 2022 para asistir a la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno.
En este III Foro de las Nuevas Rutas de la Seda todos han buscado su momento y Vladimir Putin no se ha quedado atrás. Su protagonismo con Xi, el primer ministro húngaro y con distintos representantes de los países presentes le ha servido para detener su propio aislamiento internacional. Una cumbre que aborda un proyecto de infraestructuras que ha generado unos dos billones de dólares en contratos en todo el mundo y que ha concluido con acuerdos comerciales por valor de 91.900 millones de euros, 458 convenios y más de 100.000 oportunidades de formación, anunció el ministro chino de Exteriores, Wang Yi.
Las Nuevas Rutas de la Seda, que cumplen diez años desde su aplicación, son el proyecto estelar del presidente Xi Jinping, con el que el gigante asiático busca seducir a lo que denomina Sur Global, con proyectos multimillonarios de inversiones que, sin embargo, también han recibido críticas por el riesgo de endeudamiento, incluso se han publicado datos de hasta una deuda de 300.000 millones de dólares contraída por los países participantes con un banco chino, tal como explica un documento del Consejo de Estado chino publicado la semana pasada, pero China resalta que el proyecto «ha aportado verdaderos beneficios a los países participantes».