Japón combate la soledad y científicos surcoreanos detectan las emociones
Madrid. La soledad no es algo nuevo ni tampoco se ha inventado ahora, pero si es un síntoma que padece la sociedad, un síntoma que se ha visto acentuado con la llegada del coronavirus, cuya pandemia ha destrozado a todas las capas sociales posibles, de ahí cómo combatir esta melancolía que ahora Japón trata de aliviar con la creación de un ministerio de la Soledad, mientras en Corea del Sur científicos han desarrollado una inteligencia artificial para detectar las emociones.
La velocidad de los acontecimientos ya en pleno siglo XXI no se detiene, su marca es infinita y las consecuencias, dependiendo de las situaciones personales o globales, son influyentes. Es obvio que hay un antes y un después de esta mortífera pandemia, pero a nadie se le escapa que los comportamientos, modos de vida, convivencia o relaciones, entre otros factores, afectan diariamente al ser humano, todavía débil para lo que se avecina dado que todos los males posibles pueden ir acentuándose.
La soledad deja huellas importantes en las personas. Una gran parte de sus alteraciones psicológicas están relacionadas con la salud, la economía o el trabajo, aspectos fundamentales donde la pandemia está haciendo verdaderos estragos a nivel mundial.
La incertidumbre, los miedos, la inseguridad, entre otras alarmas, han originado muchos problemas a nivel colectivo e individual, y ahora, cuando la COVID-19 se ha comido prácticamente la ilusión de millones de personas, Japón ha creado el Ministerio de la Soledad para combatir el aislamiento social, que está dejando una huella profunda en el ánimo de los ciudadanos, dicen fuentes oficiales niponas.
La depresión, la ansiedad o el estrés no vienen de forma gratuita a incrustarse en nuestro cerebro. Todo ello afecta al sistema digestivo o inmunológico originando trastornos de estado de ánimo o depresión. Y, claro, el aislamiento social, sobre todo cuando el coronavirus marca las pautas de nuestro comportamiento, lo que hace aumentar el malestar emocional, con sus propias consecuencias.
Precisamente el número de suicidios en Japón aumentó un 3,7 por ciento en 2020, el primer incremento de estas muertes en 11 años en el país, con una pronunciada subida de los casos entre mujeres y jóvenes que coincidió con la pandemia. Un total de 20.919 personas se quitaron la vida en el archipiélago el año pasado, según el informe preliminar de la Agencia Nacional de Policía. De ahí que el objetivo de este nuevo Ministerio de la Soledad sea la lucha contra el aislamiento social.
¿La soledad terapéuticamente tiene solución? Obviamente, hay que saber afrontarla, y en este caso Japón lo que ha hecho ha sido controlar la soledad desde una función pública para evitar males mayores. Es decir, desde el punto de vista sanitario que un Ejecutivo se preocupe así de sus ciudadanos es un dinero bien invertido.
Por otra parte, las emociones están cargadas de sentimientos, pero su alteración provoca verdaderos trastornos en todos los sentidos. El inconformismo emocional es diario y más con esta crisis sanitaria que ha originado el coronavirus, que ha debilitado por completo deseos, aspiraciones, metas, relaciones, emociones, etc.
Ahora, científicos surcoreanos usan la red 5G para detectar las emociones y al mismo tiempo predecir crímenes, una tecnología con la que se puede crear un mapa emocional de la ciudad que ayude a detectar comportamientos peligrosos y detección de un crimen, y quién sabe si también puede servir para conocer mejor a la persona en cuestión.
Investigadores de la Universidad Nacional de Incheon de Corea del Sur han elaborado un sistema, que por ahora tiene por nombre 5G-I-VEmoSYS, que puede reconocer distintos tipos de emociones como alegría, placer, tristeza o enfado, mediante la interpretación del reflejo de las señales inalámbricas en los cuerpos humanos.
Así, el profesor Hyunbum Kim, el investigador jefe, señaló recientemente a Science Daily que esta tecnología también puede tener otras aplicaciones en el futuro cercano y añadió que “en el caso de un conductor peligroso, el sistema de inteligencia artificial de su vehículo puede informar a las torres de comunicación más cercanas y mandar una señal de advertencia a los teléfonos de los viandantes que estén por la zona”.
Una inteligencia artificial que es capaz de emular al mundo de los “Precogs”, creado por Philip K. Dick en 1956, con Minority Report, una película estadounidense de ciencia ficción de 2002 dirigida por Steven Spielberg y donde se contempla cómo los “Precogs” (individuos con poderes precognitivos) vaticinan los delitos que se van a cometer en el futuro.
Para los propios investigadores, esta tecnología protege la privacidad de las personas dado que permite la detección de emociones sin revelar sus imágenes. Pero el gran el obstáculo para su aplicación son los hackers, dice Kim, añadiendo que el siguiente paso es trabajar en nuevos algoritmos de inteligencia artificial capaces de detectar dispositivos peligrosos que puedan comprometer la red.
EEUU y China se disputan el liderazgo de la inteligencia artificial para dominar el mundo. La inteligencia artificial cada vez está más en auge. Las empresas chinas dominarán la inteligencia artificial en 2030. En ese año, China liderará su desarrollo. Así lo ha dicho el Gobierno chino, que no va a escatimar dinero y recursos para conseguirlo.
Mientras, el mundo del robot avanza de una forma brutal y cada vez está sustituyendo más al ser humano, pero que sea bueno o malo, o que nos provoque miedo de sólo pensar que con el tiempo los humanos acabaremos siendo innecesarios, empieza ya a rondar en nuestras cabezas o incluso a exigirnos una preparación que no tiene límite para nuestra propia supervivencia.
En Japón los robots y los sistemas de inteligencia artificial podrán desempeñar la mitad de los empleos disponibles en el país en 2030.
Actualmente, el sistema sanitario nipón hace de todo: la consulta, la analítica y la receta de los medicamentos. Cada paso tiene un tiempo de espera. Así la gente lo sabe y en función de eso puede planificarse y hacer otras cosas. Se trata de jugar con la información que ya está disponible para que sea útil para determinadas cosas.
En conclusión, el control de las emociones, la soledad y sus coordenadas, las enfermedades, el mundo laboral, el trabajo diario de la tecnología para aplicaciones aún por desarrollar o incluso mecanismos para solucionar lo insolucionable van a convertir este siglo XXI, todavía joven, en un laboratorio al que ya sólo le falta informatizar las cenizas de la incineración para que la inmortalidad sea un hecho real. Todo va muy rápido. Y tal vez con ello se acabe para siempre la fatiga pandémica.