Luz al final del túnel de la deflación japonesa: espejismo o realidad
Así las cosas, las autoridades de Japón, con su primer ministro, Shinzo Abe, a la cabeza, parece que quieren revertir la economía nipona con las recientes políticas de flexibilización monetaria acordadas y con el aperturismo de sus fronteras al iniciar sin ambages negociaciones destinadas en último término a la firma de acuerdos de libre comercio.
Esta misma semana, el ministro japonés de Finanzas, Taro Aso, ha anunciado que en la cumbre ministerial de Finanzas y bancos centrales del G20, que se celebra durante estos días en Washington, expondrá su agresivo programa de políticas de estímulo monetario para impulsar la economía nipona, pero lo que ha ocasionado ha sido un tsunami en el mercado internacional de divisas, que ve en este movimiento una soterrada depreciación del yen.
El objetivo del Gobierno de Japón es inyectar a su economía un total de 1,4 billones de dólares en menos de dos años con la pretensión de que la base monetaria (el dinero circulante y las reservas financieras del BOJ), gracias a una masiva compra de títulos de deuda pública y de activos financieros de alto riesgo, se duplique hasta los 2,9 billones de dólares (unos 270 billones de yenes) y se alcance una inflación interanual del 2 por ciento al final de ese periodo, pero nunca, según palabras de Aso, manipular su divisa. El guión a seguir pasa por estimular la economía y recuperar la añorada salud fiscal del país.
Pero la realidad es que esta anunciada inyección masiva de liquidez ha desencadenado una sostenida caída del yen, que en los últimos meses ya acumula una devaluación de casi el 30 por ciento respecto del euro y del 25 por ciento respecto del dólar, y que esta semana ha llegado a cambiarse en cien unidades por el billete verde. Quedan lejos los máximos históricos del yen cuando un tsunami sacudió en marzo de 2011 parte del litoral japonés o cuando se recrudeció la crisis de la deuda en Europa.
Un yen barato, sin lugar a dudas, favorecía aún más las exportaciones niponas, que representan casi el 40 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) y que junto al consumo interno han permitido salvar la temida recesión. Abe, que ejerce desde hace cinco meses, ha decidido dar un giro a la política comercial con su pretensión de negociar acuerdos comerciales con los grandes bloques mundiales: China, Corea del Sur, la Unión Europea (UE) o la TPP (Acuerdo de Asociación Transpacífico), en el que participan, entre otros, EEUU, México, Canadá o Australia.
Con la entrada en este ultimo bloque económico, el Gobierno japonés espera impulsar su economía en cerca de 3,2 billones de yenes (unos 32.200 millones de dólares), mientras que un posible acuerdo con la UE, cuyas tratativas se producirán este mes en Bruselas, supondría la creación de un bloque comercial que aglutinaría más de un tercio del PIB mundial y aumentar las exportaciones europeas al país asiático en cerca de un 30 por ciento.
Expertos razonan que Japón pide a gritos salir de su letargo, cerrar cuanto antes estos acuerdos comerciales y recuperar el protagonismo internacional y económico perdido, debido al lastre que arrastra desde hace años su industria tecnológica y de automoción, que ha perdido competitividad frente a su más inmediato competidor en la región, Corea del Sur. No es tarea fácil.
By Javier Arrolamendi (periodista)
2 Respuestas
[…] y aumentar exponencialmente la masa monetaria, circunstancia que en buena medida solo beneficia al sector financiero y los más pudientes, sino de estimular la economía más realista, la de andar más por casa, por […]
[…] G20, en su reunión este fin de semana en Ankara, ya ha señalado que la política monetaria por sí […]