Las dos Coreas se vuelven a citar en busca de una normalidad permanente
Madrid. Las dos Coreas celebrarán su tercera cumbre de Estado del 18 al 20 de septiembre en Pyongyang, una cita que volverá a ser histórica tras las efectuadas por los expresidentes Kim Dae-jun (2002) y Roh Moo-hyun (2007), pero con la diferencia que el encuentro entre el gobernante surcoreano, Moon Jae-in, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, se produce ahora en un escenario totalmente distinto y cuando éste ya se ha visto con Donald Trump.
Las dos Coreas tratarán de lograr un progreso “auténtico” en el desarrollo de las relaciones bilaterales, la desnuclearización de la península coreana y el establecimiento de la paz, cuando aún persiste el armisticio de 1953 tras las guerra civil entre ambas partes.
Pese a las dudas, a toda clase de especulaciones, presiones de EEUU o la ONU, o interpretaciones sobre el cumplimiento de Corea del Norte para su definitivo desmantelamiento de su programa nuclear, Pyongyang tomó una decisión política sin precedentes desde su fundación en 1948, tras las cumbres entre las dos Coreas (27-4-18) y el histórico encuentro entre Kim Jong-un y Donald Trump (12-6-18), que han marcado una nueva realidad en el país.
Corea de Norte no dará marcha atrás ni tiene previsto más ensayos ni lanzamientos de misiles. Es un proceso irreversible. Por un lado, el régimen norcoreano sabe que una política de enfrentamiento y amenazas no le favorece y, por otro, todo lo hecho a lo largo de 2018 ha sido políticamente muy favorable para sus intereses internos y sobre todo para dar una confianza a la comunidad internacional sin precedentes en los últimos años.
El 12 de junio, en Singapur, durante la histórica cumbre entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y Kim Jong-un, éste se limitó a mostrar su compromiso con una “desnuclearización completa de la península coreana”, cuyas modalidades y calendario quedaron en el aire y debían fijarse posteriormente.
No obstante, pese a que las negociaciones posteriores entre Washington y Pyongyang llevan semanas atascadas, como demostró el hecho de que Trump anulara el mes pasado un nuevo viaje a Corea del Norte de su secretario de Estado, Mike Pompeo, el desmantelamiento nuclear norcoreano se hará dentro de lo previsto, no hay otras alternativas, salvo volver a los “viejos tiempos”.
Además, la propia agencia oficial norcoreana KCNA también insistió en el compromiso de Kim con la desnuclearización de la península. “Su voluntad es erradicar por completo el peligro de un conflicto armado y el horror de la guerra en la península coreana para transformarla en una cuna de paz sin armas nucleares”, dijo ese medio estatal.
Kim Jong-un se ha marcado como objetivo prioritario el levantamiento de las sanciones que aún castigan a Corea del Norte por su programa nuclear, unas sanciones que merman la capacidad económica del país para su desarrollo, y que en el encuentro de la tercera cumbre de Estado del 18 al 20 de septiembre en Pyongyang también estará presente en las conversaciones entre las dos Coreas.
Una oportunidad única para la península coreana pero mucho más para Kim Jong-un, que podría concluir un 2018 realmente histórico si acudiera a partir del 25 de septiembre a la Asamblea General de la ONU, para una intervención que nunca pasaría desapercibida, y de hecho en esta tercera cumbre de las dos Coreas el asunto se tratará e incluso hasta Seúl vería con buenos ojos un posible apoyo logístico para que el líder norcoreano estuviera en Nueva York.
Los recelos de Trump son considerables, sabe que el proceso iniciado con Corea del Norte no se puede detener, y por muchas acusaciones de incumplimiento hacia el régimen comunista de que no hace las cosas adecuadamente en su desnuclearización, desea concluir su mandato en 2020 con un proceso nuclear lo más ampliamente avanzado en su ejecución final que sería como un éxito en su nefasta política exterior.
No obstante, Trump sabe que se necesita mucha paciencia para lograr este objetivo, sobre todo cuando son necesarios al menos diez años para el desmantelamiento completo del programa nuclear norcoreano, además de un coste económico en torno a los 20.000 millones de dólares, coste que obviamente no va a pagar Corea del Norte.
De momento, la actual situación política de la península coreana a quien más está beneficiando es a China, país cada vez más al lado de Corea del Norte, cuyo líder ya se ha visto en tres ocasiones con Xi Jinping, quien desea el mayor equilibrio y estabilidad posibles en la zona.
Donald Trump acusa a China de no hacer más por la desnuclearización de la península coreana y el “gigante asiático”, que apoya todas las iniciativas de Kim, reprocha a Washington de “distorsionar” la realidad sobre el régimen norcoreano.
Por su parte, Japón, un actor con poco protagonismo en todo este proceso de la península coreana, sigue considerando a Corea del Norte como una «seria amenaza» para su seguridad, pero la realidad no es la misma que hace un año y Pyongyang tiene el compromiso de desnuclearizarse para lograr el levantamiento de las sanciones.
Corea del Norte tiene que ir sembrando confianza interiormente, tiene que consolidar una nueva realidad política, la cual supone abrir cada vez más “puertas” dado que a un mayor desarrollo económico supone más posibilidades de conocimiento hacia una población desconectada de la realidad exterior, una situación que el país debe asumir y modificar para un régimen que ahora tiene más que nunca el apoyo de China pero también una colaboración de Corea del Sur.
Para redondear el éxito de la nueva estrategia política de Corea del Norte, Rusia acaba de desvelar la posibilidad de que Kim Jong-un, haga una visita oficial a Vladimir Putin, aunque todavía no se conocen detalles ni fecha alguna, pero ya es alentador esta posibilidad que supondrá un nuevo espaldarazo al régimen norcoreano.
De momento, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, mantiene «intacta» su confianza en Kim Jong-un y ha reiterado que trabajará para lograr un acuerdo nuclear, tras las declaraciones del líder norcoreano en las que proclama una “fe inquebrantable en el presidente Trump”.
Ahora, el enviado especial para Corea del Norte de Estados Unidos, Steve Biegun, viajará la semana próxima a Corea del Sur, China y Japón para analizar la nueva situación norcoreana, con vistas a una «completa y verificable desnuclearización” de Pyongyang, pero el levantamiento de las sanciones se ha convertido en el principal objetivo de Corea del Norte, que si logra la estabilidad necesaria, también verá a distintos países llamando a Pyongyang para ofrecerle una serie de inversiones que pueden cambiar por completo la faz de toda una nación que comienza lentamente a dar señales de más homogeneidad y equilibrio.