Grupo Wagner: de simples mercenarios a ejército ruso en la guerra de Ucrania

Países donde opera el grupo Wagner. | Mupper-san, Wikimedia
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Madrid. El 28 de febrero, Japón amplió las sanciones contra Rusia, incluyendo entre otros al Grupo Wagner, una organización paramilitar privada involucrada activamente en el conflicto en Ucrania. El grupo le pertenece al oligarca Yevguéni Prigozhin, también conocido como «el cocinero de Putin» por ser el dueño de múltiples restaurantes de lujo que se dedicaban a atender a los más altos cargos del país. Desde febrero de 2022, los mercenarios de Wagner se ganaron una reputación internacional por su participación en la invasión rusa del país vecino. Sin embargo, esta organización lleva existiendo ya casi 10 años, promoviendo los intereses rusos de forma extraoficial desde Mozambique hasta Siria, desde Mali hasta Donetsk.

La historia de la organización se desconoce a ciencia cierta, ya que llegó a involucrar a muchos altos cargos del Kremlin. Lo que se sabe es que surgió en 2013, pero el mundo oyó de ella por primera vez dos años después, en 2015, en una publicación del periódico independiente de San Petersburgo (ciudad natal de Prigozhin) ‘Fontanka.ru’. Según el artículo, en 2013 se formó un destacamento de varios cientos de personas que fueron enviados a defender yacimientos de petróleo en Siria. Cuando volvieron, los líderes fueron convictos por violar la ley que prohibía ser mercenario a sueldo. Uno de los miembros de la expedición siria, Dmitri Utkin, fue visto el año siguiente en Crimea y después en la óblast de Luhansk, justo cuando empezó la rebelión en el este de Ucrania. Se considera que fue allí cuando salió a la luz por primera vez el nombre del grupo paramilitar Wagner, el apodo de Utkin y el apellido del famoso compositor alemán Richard Wagner.

Después, los mercenarios reaparecieron de vuelta en Siria junto con las fuerzas armadas rusas, enviadas para apoyar al régimen de Bashar al-Assad en la prolongada guerra civil que lleva desgarrando al país desde 2011. Varios medios afirmaban que el grupo participó en la liberación de la ciudad siria de Palmira en 2016 y en el enfrentamiento con las tropas estadounidenses en la también siria Khasham en 2018. El número de mercenarios cambiaba dependiendo de la fuente: ‘Radio Liberty’, citando a tres comandantes del grupo, llamaba una cifra de 2.000 efectivos. No obstante, mencionando también 4.000 soldados, según otros informes.

Pero fue en 2017 que los Wagner se ganaron por primera vez el sitio en las portadas: en internet se publicó un video donde varios soldados (después confirmados miembros del grupo) decapitaban y desmembraban el cuerpo de un desertor sirio, colgándolo de las piernas. El Kremlin negó tener relación alguna con los perpetradores del macabro crimen, pero, aun así, no llegó a investigarlo. En 2023, varios medios occidentales (entre ellos ‘Die Welt’ e ‘Insider’) publicaron una investigación donde descubrieron los nombres de los asesinos, confirmando la mencionada teoría.

Desde entonces, rastros de «expertos militares» y mercenarios a sueldo rusos empezaron a surgir por todo el mundo, especialmente en el tumultuoso continente africano. En 2017, la ‘BBC’ afirmó que miembros del Wagner combatían del lado del presidente Omar al-Bashir en la guerra civil sudanesa. En 2018, el Kremlin admitió haber enviado expertos militares a la República Centroafricana para asistir a su ejército en la guerra contra la oposición armada. El mismo año tres periodistas rusos independientes se dirigieron al país investigar la actividad de los Wagner y hacer un documental al respecto, pero fueron asesinados en «circunstancias inciertas». Lo único que se supo era que el conductor que los guiaba tenía relación con el grupo Wagner. En 2022, la ONG Human Rights Watch publicó un informe donde afirmaba que los mercenarios de la mencionada organización estaban involucrados en el asesinato y tortura de la población civil en el país.

La lista de hazañas no acaba aquí: los Wagner se involucraron en la guerra civil de Libia del lado del general Haftar y fueron vistos en Mozambique combatiendo contra la insurgencia yihadista en la provincia de Cabo Delgado, además de ayudar a las juntas militares del Sahel en su conflicto con el Estado Islámico. Aun así, tanto Rusia como Prigozhin, el alegado propietario de la organización, siempre negaban tener cualquier relación con las operaciones de los mercenarios, a pesar de que estos podían permitirse tener incluso aviones y otro armamento pesado de forma independiente del Ministerio de Defensa.

La popularidad internacional de los mercenarios rusos creció durante los años, atrayendo la atención de las autoridades occidentales: en enero de 2023 Washington llegó a incluir al grupo en su lista de «organizaciones criminales transnacionales», seguido por Canadá, que lo denominó una organización terrorista. Los Wagner se encuentran, además, bajo sanciones australianas, neozelandesas y japonesas desde finales de febrero.

Sin embargo, todo cambió para la organización paramilitar en 2022 cuando comenzó la guerra en Ucrania. Los soldados del Grupo Wagner, según los servicios especiales ucranianos, ya llevaban en territorio de las repúblicas separatistas desde que se declararó allí su independencia. Pero poco antes del 24 de febrero fueron enviados al frente para preparar la invasión, afirma la revista ‘Meduza’. En los primeros meses participaron activamente en la llamada «operación especial», ganándose una considerable reputación en los círculos más belicosos de la sociedad rusa. Para Prigozhin esto fue un trampolín de popularidad, especialmente en el Kremlin. Los Wagner le proporcionaban a Putin victorias, cualidad de la que a menudo carecían los destacamentos del ejército ruso. La toma de la ciudad de Soledar fue uno de ellos.

En julio empezaron a difundirse videos mostrando al dueño de los Wagner, Prigozhin, visitando cárceles por toda Rusia y reclutando a convictos prometiéndoles el indulto presidencial tras seis meses de servicio. Tras varias semanas de entrenamiento, los nuevos reclutas eran enviados al frente, donde según medio independientes eran usados como carne de cañón. Al fin y al cabo, nadie en Rusia se preocupará por la muerte de un violador o un asesino ni preguntará por si lo trataban según el reglamento común o no.

Durante varios meses parecía que los mercenarios del Grupo Wagner formaban como un ejército paralelo a las demás fuerzas armadas, aprovechando la prioridad en las líneas de suministro. Su número crecía gracias a la campaña mediática en su apoyo y a la abundancia de voluntarios en las cárceles rusas. El dueño Prigozhin podía permitirse criticar al Ministerio de Defensa y sacar a la luz sus conflictos con miembros de la élite del Kremlin, entre los cuales se encuentra, por ejemplo, el gobernador de San Petersburgo Alexánder Beglov.

Aun así, nadie es inmune en el sistema ruso. Prigozhin era cómodo mientras era exitoso, mientras le permitía a Putin tener un pequeño ejército que no tenga que rendir cuentas a la sociedad. Nadie sabe cuántos soldados perdieron los Wagner, mientras que el ministerio de Defensa se ve obligado a proporcionar al menos alguna estadística de vez en cuando. Pero en 2023, el Ejército ruso descubrió la cornucopia de Prigozhin y decidió usarla, obligando a este último a parar el reclutamiento en las cárceles. La diferencia es que el grupo Wagner se llevaba a voluntarios, mientras que el ministerio de defensa expandió la movilización hacia los prisioneros, reclutándolos contra su voluntad. Prigozhin, privado de la principal fuente de refuerzos e incapaz de tomar la ciudad de Bajmut por ahora, se ve obligado a rebajar sus demandas y aceptar las municiones que el ministerio le dedica sin rechistar.

Durante casi una década de existencia, el grupo Wagner pasó de ser un grupo de mercenarios a sueldo a convertirse en el as en la manga del Kremlin en el extranjero, que le permitía actuar en los intereses de Rusia sin atraer demasiada atención ni conllevar responsabilidad. Además, los Wagner le permitieron a Moscú meterse en las zonas de influencia occidentales en África, desbancando a Francia en Mali el año pasado, por ejemplo. En 2022 se convirtió también en una fuerza mediática de la «operación especial» junto con los soldados del presidente chechén Ramzán Kadírov. A pesar de que perdiese su ventaja comparativa en 2023, la batalla de Bajmut parece estar acercándose a su fin, lo que sería la primera gran victoria rusa en mucho tiempo.

Iván Ortega Egórov

Estudiante de Economía y Estudios Internacionales de la Universidad Carlos III de Madrid

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