Filipinas se acerca a China y se aleja de EEUU

Madrid. La decisión del presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, de distanciarse de EEUU con el peligro que ello conlleva para acercarse más a China e incluso a Japón, países a los que acaba de visitar con logros importantes en inversiones para su país, puede desencadenar más problemas de los previstos, sobre todo porque es realmente complicado que Manila rompa no solo unilateralmente con Washington sino que aparque a los estadounidense de su proyecto de presente y futuro, por sus largos años de relaciones, por mucho acercamiento que haga con Pekín.
Es obvio que Filipinas ha mejorado económicamente y dentro de los países del sudeste asiático roza un crecimiento económico alto con niveles bajos de deuda que iguala a países como Myanmar (antigua Birmania) e incluso supera a Vietnam, Camboya o Laos, además de poseer una mayoría de jóvenes que refuerza el mercado laboral y sin haberse producido un incremento de la pobreza, que constituyen aspectos positivos en los que Estados Unidos no ha estado al margen
Estados Unidos y Filipinas, aliados históricos, han compartido hasta recientemente una misma estrategia frente a Pekín en el conflicto territorial del Mar de China Meridional, por lo que Washington ha apoyado a Manila en la modernización y entrenamiento de sus Fuerzas Armadas.
El presidente filipino insiste que no necesita la ayuda de EEUU, ni de la Unión Europea (UE) ni de la ONU e incluso los amenazó de retirársela tras recibir fuertes críticas por su campaña contra la droga que ha causado al menos 3.700 muertos, pero desde que Duterte asumió, en junio pasado, la presidencia de Filipinas, el deterioro con Washington ha ido creciendo y eso que recibió el apoyo de Estados Unidos en su contencioso con Pekín en la reclamación histórica de China sobre las islas Spratly tras el fallo favorable a Manila, del Tribunal internacional de La Haya, en julio pasado, por el control del archipiélago, situado en el Mar de China Meridional.
De esta forma, habrá que ver qué hace Filipinas con sus acercamientos a China y sus fuertes críticas a Estados Unidos, pero lo que sí parece es que Manila va camino de reordenar su política exterior.
Sin embargo, si Filipinas se separa tanto militar como económicamente de Estados Unidos en beneficio de China, ¿cuáles son sus consecuencias?, sobre todo cuando Manila podría perder cientos de millones de dólares en ayuda económica que Washington dona al país, además de un crucial apoyo en la modernización de sus anticuadas Fuerzas Armadas.
Según datos oficiales, indican que sólo en 2015, EEUU dio a Filipinas 175 millones de dólares de ayuda al desarrollo más otros 50 millones de dólares para apoyar la mejora de sus Fuerzas Armadas, mientras que para 2016 están presupuestados 180 millones de euros más.
La historia lo dice, pero dentro del país hay políticos y expertos que señalan que un acercamiento a China y alejarse de la alianza con EEUU, país que ocupó Filipinas desde 1898 hasta 1946 y que desde entonces ha sido uno de los principales apoyos económicos y militares del archipiélago asiático, no es una decisión que tenga un amplio apoyo o mejor dicho que sea realmente positiva.
Lo que está claro que Duterte quiere que Filipinas deje de ser un «perrito faldero» de EEUU, y quiere acabar con un importante acuerdo militar firmado en 2014 entre ambos países que permite al Ejército estadounidense utilizar bases del archipiélago asiático, pero hay otras voces como las del ex presidente hasta junio pasado Benigno Aquino que dice “¿Cómo podemos ser aliados (de China) si no tenemos la misma forma de ver las cosas?». El tiempo dará su respuesta pero se antoja complejo que Filipinas rompa con Estados Unidos y más cuando hay bastantes legisladores filipinos que desaprueban la política de Duterte contra los estadounidenses.
El presidente filipino no ha parado en su intención de convertir en realidad sus promesas y recientemente para contrarrestar el efecto económico y militar de un distanciamiento de EEUU, Duterte busca fortalecer lazos con países fuertes como como China o Japón, de quienes ha logrado importantes acuerdos de inversión por valor de 24.000 y 19.000 millones de dólares, respectivamente, a raíz de sus visitas a Pekín y Tokio.
Pero lo que no intuye el presidente filipino es que EEUU no va a permitir un desequilibrio en esa zona del sudeste asiático perdiendo su influencia estratégica de muchos años si al final Manila se acerca demasiado a Pekín, e incluso Washington se lo pensaría dos veces si en este caso debería intervenir para en su momento deponer a Duterte. El tiempo lo dirá.







