La cumbre «anti-OTAN» de China (y II): La preocupación de Pekín por el expansionismo de la Alianza en Asia

Madrid. A China lo que más le puede preocupar es que la OTAN penetre en Asia, un expansionismo que puede desbaratar muchas estrategias de infraestructura militar en el continente. Pekín contempla con escepticismo como Corea del Sur y la OTAN acordaron en La Haya, sede de la reciente cumbre de la Alianza Atlántica, crear un órgano consultivo sobre cooperación en la industria de defensa. La cita también sirvió para que representantes de Japón, Australia y Nueva Zelanda adoptaran una declaración conjunta que reafirma su compromiso compartido con una cooperación más estrecha entre la OTAN y sus socios del Indo-Pacífico, en especial en áreas prácticas como la defensa.
El secretario general de la Alianza Atlántica, Mark Rutte, ya ha avisado de la expansión de las Fuerzas Armadas chinas y ha expresado la preocupación por la situación en el mar de China Meridional, el estrecho de Taiwán y el mar de China Oriental, mientras Pekín siempre ha manifestado su «fuerte insatisfacción y firme oposición» a la creciente colaboración entre Japón y la OTAN, que tiene como socios en la región a Australia, Corea del Sur y Nueva Zelanda.
En la cumbre de los ministros de Defensa de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en Qingdao, en la costa este de China, el ministro iraní de Asuntos Exteriores, Aziz Nasirzadeh, agradeció a Pekín su apoyo legítimo en su guerra contra Israel, y aunque todos los países participantes en la cumbre expresaron su posición en desarrollar la colaboración militar, la realidad es que nadie se involucró militarmente en la contienda bélica. La realidad teórica y la práctica son diferentes, pero la única que al parecer vale es la mediática, la que le sirve a Teherán para que su régimen sobreviva.
En Qingdao también estuvieron los ministros de Defensa de las cuatro naciones de Asia Central que forman parte de la OCS (Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán), y Bielorrusia, pero no pasó desapercibido la presencia de India y Pakistán, dos vecinos con armas nucleares y que estuvieron en mayo pasado al borde de una guerra total tras varios intercambios de bombardeos y artillería en la disputada región de Cachemira. Y sin olvidar que China tiene a una Pakistán musulmana como su mejor aliado contra Israel y potencia nuclear, y también considerablemente «enemigo» de India.
Precisamente, la unidad con la que nació la cumbre de la OCS y objetivo de Pekín se rompió cuando intervinieron los representantes de Nueva Delhi e Islamabad. «Hay que denunciar a algunos países que utilizan el terrorismo como política de Estado», enfatizó el ministro indio de Defensa, Rajnath Singh, que acusó a Pakistán de respaldar a los grupos terroristas que están detrás de los atentados en la Cachemira administrada por India.
Además fue notorio contemplar que cuando Israel comenzó la pasada operación militar contra Irán, el bloque regional liderado por China sacó un comunicado criticando con contundencia el ataque, pero luego de la declaración conjunta se desmarcó India, que ha estado haciendo malabarismos diplomáticos para no condenar a Israel, con quien guarda estrechas relaciones en materia de defensa, a la vez que mantenían sus lazos históricos.
La OCS se formalizó en 2001 para resolver las disputas fronterizas que dejó en Asia Central la disolución de la antigua URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), pero luego todo la OCS evolucionó en un foro económico regional bajo la dirección de China, y que chinos y rusos han tratado de impulsarlo, dado que representa al 44 por ciento de la población mundial y al 30 % del PIB global, lo que evidencia también el enorme poder económico y político del organismo, calificado por algunos expertos y analistas en temas económicos, políticos y de defensa como una reunión «anti-OTAN».
China siguió de cerca todo lo desarrollado de la cumbre de la OTAN en La Haya, en la que su presidente Rutte mencionó «el enorme aumento militar» de China y, con ello, subrayó la amenaza de un conflicto en el estrecho de Taiwán. De ahí que Pekín considere preocupante el aumento del 5% del gasto militar de los países de la OTAN y que la Alianza Atlántica pueda ir expandiéndose militarmente en Asia, sobre todo en Japón y Corea del Sur, ahora con un presidente más prochino que el anterior.
El diario oficialista chino ‘Global Times’ afirmó que «si la OTAN insiste en extender sus tentáculos bélicos a Asia, es casi seguro que cuanto más aumente su gasto militar, mayor será el sufrimiento estratégico que Europa tendrá que soportar». «La OTAN, una maquinaria de guerra que debería haberse desmantelado hace mucho tiempo, ahora depende de aferrarse a los faldones de Estados Unidos y de hacer el trabajo sucio de Washington para sobrevivir», criticaba otra columna en el ‘China Daily’. O sea, el militarismo está servido. La OTAN atlántica frente a la «OTAN asiática», liderada por China, mientras Aukus y el Quad ya operan en Asia, en una nueva estrategia de Occidente frente a chinos y rusos.
Asia está cada vez más rearmada en una guerra armamentística en auge. Pero Australia, Corea del Sur, Japón y Nueva Zelanda, que no están en la OTAN, andan preocupados por el Pacífico y el desafío chino, y su colaboración con el organismo atlántico cada vez es mayor. Los vecinos de Rusia se alistan en la OTAN y los vecinos de China se arman hasta los dientes, mientras Taiwán cada vez mejora más sus Fuerzas Armadas con la sofisticada venta de armamento estadounidense a Taipéi. Y sin olvidar los litigios del mar de China Meridional y mar China Oriental y la nueva realidad política y militar en la península coreana, donde Pyongyang siempre estará con Pekín.







