Corea del Norte lanza un nuevo misil, mientras la inestabilidad mundial no decae

La capital norcoreana, Pyongyang. | Jen Morgan, Flickr
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Madrid. Al tiempo que Estados Unidos y China tratan de encauzar una «normalidad diplomática», rota por esos globos-espías chinos sobrevolando territorio estadounidense, la península coreana sigue el guion de años, ahora por el lanzamiento por parte de Corea del Norte de un misil balístico intercontinental (ICBM) Hwasong-15, el segundo con mayor alcance potencial de su arsenal, en respuesta a las maniobras militares conjuntas de Washington y Seúl, una situación nada nueva en la zona pero que sirve para ver cómo también China, Rusia y Sudáfrica realizan ejercicios navales conjuntos para poner así al día sus políticas de defensa, escenificando la inestabilidad mundial.

Las maniobras militares de Seúl y Washington siempre han servido a Pyongyang como su mejor referencia para seguir con el desarrollo de su cada vez más sofisticado programa nuclear, de ahí que pese a estos ejercicios militares y a las advertencias de Corea del Norte, no va a ocurrir nada que derive en una confrontación militar, salvo un incidente o una equivocación sobre el lugar donde caiga el misil. Así llevamos muchos años y, ahora, con la guerra de Ucrania y con una Rusia con su arsenal cada vez más débil, chinos, rusos y sudafricanos muestran al mundo que los ejercicios militares son un buen escaparate mediático para ubicar estratégicamente sus propios objetivos con una militarización en alza.

El misil norcoreano recorrió más de 900 kilómetros y alcanzó un apogeo de más de 5.000 antes de caer en aguas de la Zona Económica Especial (ZEE) de Japón, al oeste de la isla nipona de Hokkaido. Es una muestra de su nuevo ICBM de combustible sólido, un tipo de misil más eficiente que se propuso desarrollar tras aprobar un plan de modernización armamentístico en 2021 y que ya el pasado 8 de febrero el régimen hizo desfilar por primera vez, para mostrarlo a sus ciudadanos y a la comunidad internacional.

Las maniobras militares de EEUU y Corea del Sur siempre favorecen a Corea del Norte en su política de defensa, un país que también con sus acciones nucleares favorece al incremento defensivo de Washington y Seúl al exhibir ambos países su fuerza militar en estos ejercicios con cazas F-35 y F-15 surcoreanos y F-16 estadounidenses, además de Japón, que no sólo refuerza la posición de estadounidenses y surcoreanos contra Pyongyang, sino que su estrategia es cada vez de mayor cobertura de seguridad ante Pekín y la amenaza nuclear norcoreana.

El régimen norcoreano no va a dejar de ser protagonista en nada de lo que ocurra en la península coreana. En estos casi dos meses de 2023, Pyongyang ha lanzado su segundo misil, tras el efectuado el del pasado 1 de enero, cuando fue un proyectil de corto alcance con una lanzacohetes de gran tamaño, aunque ojalá no sea el preludio de repetir o superar los más de 70 lanzamientos en 2022, un pesimismo reinante cuando hay fotos por satélite que muestran que el centro de pruebas nucleares de Punggye-ri (noreste del país) está totalmente rehabilitado y listo para albergar esa séptima prueba nuclear que pretende llevar a cabo a lo largo de 2023.

Por su parte, las maniobras conjuntas de chinos, rusos y sudafricanos, según el diario oficialista chino ‘Global Times’, contribuyen, pese a las críticas de EEUU, a la paz y la estabilidad en la región protegiendo las rutas marítimas, dado los intereses comerciales comunes de los tres países en su objetivo de proteger las rutas comerciales del océano Índico de la piratería y otras amenazas, y en cuyos ejercicios miliares participan el destructor Huainan tipo 052D, la fragata Rizhao tipo 054A y el buque de aprovisionamiento Kekexilihu tipo 903A por parte china, mientras Sudáfrica aporta una fragata y dos buques de apoyo y Rusia, en plena guerra con Ucrania, una fragata con misiles hipersónicos Zircon y un petrolero, tal como informó esta semana la agencia de noticias rusa TASS.

En definitiva, el escenario internacional no se pacifica con lanzamientos de misiles, ni con maniobras militares ni invadiendo países. Ya llevamos dos meses de 2023, casi un año de la invasión rusa en Ucrania que sacudió al mundo y para este nuevo año aún tenemos conflictos sin resolver, como los de Armenia-Azerbaiyán, Irán, Yemen, Etiopía, el Congo, Pakistán, la región política del Sahel, Haití, Birmania o Israel-Palestina, entre otras, conflictos en naciones que van a ser actualidad durante el presente año.

Y lo mismo ocurre con Taiwán, donde de momento una invasión china es improbable, pues hay mucho riesgo y Pekín lo está viendo en Ucrania, de ahí que por ahora, a corto plazo, no vaya a ocurrir esa posibilidad, dado que también las sanciones, como le está pasando a Moscú, no favorecerían económicamente al gigante asiático, sobre todo viendo los fracasos continuos de los rusos en su invasión de Ucrania. China busca su estabilidad económica mundial, llevarse bien con EEUU, mejorar sus relaciones con la Unión Europea y que termine lo antes posible la guerra ucraniana, donde su aliado y amigo Vladímir Putin lo tiene cada vez más complicado.

Y para rematar el asunto, podemos añadir que Corea del Norte tampoco va a invadir a Corea del Sur ni a Japón y menos atacar nuclearmente a Estados Unidos. Pyongyang tiene una política exterior que compensa a toda una nación mentalizada por el régimen de que el enemigo número uno es «EEUU y sus secuaces de Japón y Corea del Sur», que están listos para invadirla y por ello tiene que armarse continuamente -se justifica la dinastía Kim- para “la paz en la península coreana”. La mejor solución radica en el levantamiento de sanciones a cambio de un lento y paulatino desmantelamiento nuclear ofreciendo al régimen confianza y seguridad. Nadie va a atacar a nadie y nadie va a invadir nadie.

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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