Corea del Norte se abre al turismo mientras lanza misiles y promete atacar militarmente al «enemigo»

Madrid. Corea del Norte no tiene dudas en «eliminar militarmente» a cualquier «enemigo» que use la fuerza contra su país, una situación que no ocurrirá, pero al régimen le interesa tener en vilo a su pueblo para fortalecerse, y mientras, Pyongyang sigue lanzando misiles, baza estratégica de su seguridad, siendo el último el nuevo misil tierra-mar Padasuri-6, para reforzar la frontera marítima entre las dos Coreas, y además se abre al turismo extranjero, cerrado desde la pandemia, con el objetivo de reactivar su economía y su pequeña industria turística en medio de un tenso escenario geopolítico y con las sanciones internacionales que castigan al país por su programa nuclear, que bloquean soluciones en la península coreana.
El líder y presidente del Comité de Asuntos de Estado de Corea del Norte, Kim Jong-un, ha insistido en vigilar particularmente «las aguas fronterizas al norte de la isla Yeonpyeong y la isla Paekryong (situadas en el mar Amarillo, al oeste de la península coreana), frecuentemente invadidas por buques de guerra enemigos», y reitera: «La frontera marítima reconocida por nosotros, lo consideraremos como una usurpación de la soberanía de la RPDC (Corea del Norte) y una provocación armada contra ella», una seria advertencia que no irá más allá de lo puramente mediático.
La actual política nuclear norcoreana, cuyas sancionen merman su economía, solo garantiza la estabilidad interior en un país en el que se respira aparente «normalidad» bajo la ideología o diario del Juche, la autosuficiencia, que rige en el país desde su fundación en 1948 por Kim Il-sung, abuelo del actual líder, lo que refleja la esencia de todo un pueblo con total adhesión a sus dirigentes, pero la reciente (9 de febrero) celebración del 76 aniversario del Ejército Popular de Corea del Norte (EPC) hubiera pasado desaperciba si el «mariscal» Kim no hubiera vuelto a calificar a su vecino Corea del Sur como su «enemigo principal» en un discurso incendiario para seguir fortaleciendo los pilares de su régimen y con su hija, Kim Ju-ae, de diez años, atenta a todo lo que hace su padre con vistas a su preparación en la línea sucesora, aunque la hermana del líder, Kim Yo-jong, de 36, sigue siendo la firme aspirante a liderar el país. Pero la lucha dinástica, de momento, no peligra, la cual la inició Kim Il-sung, luego la heredó su hijo, Kim Jong-il, que pasó la actual líder y nieto del fundador del país, Kim Jong-un, y ahora está entre la hija y la hermana del también «brillante camarada».
El líder norcoreano es un artífice en ganar «guerras mediáticas», dado que con «eficacia» mantiene controlados a sus súbditos ciudadanos, que nunca han cuestionado ni cuestionan todas las decisiones de su líder, el “brillante camarada” y “mariscal”, Kim Jong-un, pero de ahí a una guerra en la península coreana se antoja prácticamente imposible, dado que las consecuencias para el régimen serían catastróficas, cuyas autoridades han fortalecidos sus vínculos con Rusia y China. En suma, nadie va a atacar a nadie y nadie va a invadir nadie.
Corea del Norte nuclear y militarmente enseña sus bazas para proteger al país de cualquier enemigo lanzando misiles por doquier, pero a pesar de su intimidación nuclear Pyongyang se abre al turismo extranjero, de ahí que a partir del 24 de febrero próximo el régimen dará la bienvenida a un grupo de turistas rusos, lo que supondrá una importante novedad para la industria turística del país tras cuatro años sin visita alguna desde el extranjero. El régimen norcoreano, ahora en luna de miel con Rusia, a quien le proporciona toda clase de armamento en su guerra contra Ucrania, se ha visto «compensado» en el regalo que le acaba de hacer Vladimir Putin a Kim Jong-un con un coche de lujo de fabricación rusa, que incluso podría implicar otra violación de las sanciones de la ONU.
Y luego China. Pekín y Pyongyang atraviesan un buen momento en sus relaciones, que se han visto reflejadas en la reanudación de los vuelos comerciales con la capital norcoreana tras tres años de cierre por la pandemia y podría ser sede de un partido de fútbol previo a los Juegos Olímpicos de París 2024 el 24 de febrero próximo en el mítico estadio de Kim Il-sung, en un encuentro clasificatorio contra la selección femenina japonesa, o sea, una serie de proyectos que el régimen norcoreano debería utilizar para ofrecer una imagen más tranquilizadora a la comunidad internacional.
En suma, un evento deportivo internacional que corroboraría la entrada por primera vez de deportistas extranjeros desde que cerró sus fronteras y una buena ocasión para certificar que Corea del Norte muestre un gran interés en el turismo y así abrir las puertas a otras visitas de otros países que también serviría para rebajar la tensión en la península coreana.
De momento, todo parece indicar que unos 300 trabajadores de origen norcoreano habrían llegado a Rusia en tren a principios de febrero, según señaló un experto surcoreano, en un nuevo ejemplo de la estrecha cooperación entre Pyongyang y Moscú que podría vulnerar resoluciones internacionales a causa de las sanciones impuestas a Corea del Norte por sus lanzamientos de misiles.
Por otra parte, Corea del Norte se ha visto sorprendida por el anuncio del establecimiento de las relaciones diplomáticas y consulares entre Cuba y Corea del Sur, rotas desde 1959 dado los fuertes nexos políticos e ideológicos entre La Habana y Pyongyang, pero el actual mundo global no es el de antes. Hay más multilateralismo y, por ello, el régimen norcoreano no sólo debe abrirse al exterior, sino desarrollar políticas que no tensen la península coreana. El nuevo embajador cubano presentó sus credenciales en Pyongyang en una muestra de normalidad entre los dos países que los Kim deben aprovechar.
El régimen norcoreano sabe que todas estas circunstancias irán más a su favor si se olvida de sus «enemigos potenciales», dado que nadie le va a atacar, y ve en todas ellas aspectos constructivos, incluso recientemente Kim Yo-jong, hermana del líder Kim Jong-un, y presuntamente su sucesora para liderar el país, valoró positivamente que el primer ministro de Japón, Fumio Kishida, pueda visitar Pyongyang, lo que supondría un importante vuelco en el escenario político de la península coreana. Corea del Norte debe hacer esfuerzos en mejorar sus relaciones con sus vecinos y no lanzar más misiles para que paulatinamente las sanciones de la comunidad internacional se levanten, pero siempre a cambio de ir desmantelando su programa nuclear, el arma vital que sustenta al régimen.
Las dos Coreas permanecen técnicamente en guerra, ya que el conflicto que las enfrentó entre 1950 y 1953, y en el que Estados Unidos lideró la coalición que apoyó al Sur, acabó con un alto el fuego, el actual armisticio, y no hubo un tratado de paz. Con la firma de un tratado de paz se sellaría el primer paso hacia la normalidad en la península coreana y enterraría ese bucle que lleva más de 70 años de convulsiones políticas, ayudando a la convivencia pacífica de los coreanos de ambos lados.
Y claro, los escenarios estratégicos de Corea del Norte no son de calma. Ahora Pyongyang acaba de abandonar su política de larga data en busca de la reunificación con Seúl y solicitado codificar el compromiso a «ocupar por completo» el territorio surcoreano en caso de una guerra y al mismo tiempo ha abolido una serie de leyes para la cooperación económica con el Sur, lo que supone otro argumento más en el empeoramiento de las relaciones entre las dos Coreas. La guerra fría en la península coreana aún sigue vigente.







