La autosuficiencia tecnológica china pone en jaque la hegemonía de Silicon Valley (y II): Impacto socioeconómico

Madrid. La pregunta que se hacen muchos es: ¿Cuándo se producirá el sorpasso de las tecnológicas chinas a las estadounidenses? Algunos analistas sugieren que podría materializarse en los próximos 12 a 24 meses, dependiendo de elementos clave como la aplicación exitosa de estrategias de inteligencia artificial, el continuo apoyo gubernamental y la mejora en las relaciones comerciales internacionales -lo cual es mucho decir ante el impredecible entorno de guerra arancelaria que mantienen Estados Unidos y China-.
Se habla de cambio estructural en el escenario de la inversión tecnológica global. Alibaba, Tencent, Baidu y JD.com no solo buscan consolidar su liderazgo en China, sino también posicionarse como actores de referencia en mercados internacionales, incluyendo América y Europa, con servicios de nube y centros de datos que ya operan en países como Estados Unidos y Australia.
En concreto, los analistas destacan tres áreas clave donde las tecnológicas chinas podrían superar a sus homólogas estadounidenses: inteligencia artificial -terreno en el que el gigante asiático está cerrando la brecha tecnológica con Estados Unidos y, en algunos casos, compite a la par-, semiconductores y computación en la nube con la proliferación de centros de datos.
Y todo esto tendrá un impacto claro en la segunda economía del mundo. El banco de inversión norteamericano Goldman Sachs proyecta que la IA generativa -un tipo de inteligencia artificial diseñada para crear contenido nuevo que no existía antes, a partir de datos de entrenamiento- empezará a elevar el potencial de crecimiento de China a partir de 2026 y aportaría entre 0,2 y 0,3 puntos porcentuales al PIB para 2030. Según el centro de investigación económica y de políticas públicas McKinsey Global Institute, la automatización/IA podría dar a la economía china un impulso de productividad equivalente a entre 0.8 y 1.4 puntos porcentuales de crecimiento anual, dependiendo de la velocidad y amplitud de adopción.
La aparición de nuevos modelos de inteligencia artificial en China podría impulsar un desarrollo de la tecnología en el país más rápido de lo que se había previsto anteriormente. En un principio, Goldman Sachs calculaba que China experimentaría un impulso de la inteligencia artificial similar al de otras economías emergentes avanzadas, lo que implicaba solo una tasa de adopción del 10 al 20 % para 2030, antes de alcanzar su punto máximo a mediados o finales de la década de 2030.
Sin embargo, el desarrollo de la IA en China durante los últimos 12 a 18 meses y el reciente avance de DeepSeek sugieren una aceleración en ese calendario. Goldman Sachs ahora espera que las tasas de adopción de la IA en China superen el 30 % en apenas un lustro, alcancen su máximo a principios de la década de 2030 y logren una absorción total en los próximos 15 años. Si eso ocurre, la adopción de la IA en China seguiría un patrón más cercano al de las economías desarrolladas que al de los mercados emergentes, sostiene el banco. Al automatizar tareas, se espera que los costes laborales bajen y que la productividad por trabajador aumente.
No obstante, Goldman Sachs señala que, en comparación con Estados Unidos, el mercado laboral chino es menos propenso a la automatización mediante IA debido a su mayor proporción de trabajos físicos en sectores como la agricultura, las manufacturas y la construcción, que representan aproximadamente la mitad de todos los empleos en China, muy por encima del 19 % en el total del empleo en Estados Unidos. Mientras tanto, los sectores más expuestos a la automatización de tareas impulsada por la IA -como las finanzas y los seguros, y los servicios profesionales y técnicos- constituyen menos del 3 % de los empleos en China, frente al 14 % en Estados Unidos, de acuerdo con esta entidad. Con todo, Goldman Sachs y McKinsey coinciden en que entre el 12 y el 20% de las tareas laborales actuales en China podrían automatizarse total o parcialmente en unos cinco años. Esto supondrá una reconfiguración del mercado laboral, con una mayor brecha entre trabajadores altamente cualificados, como ingenieros, programadores o analistas de datos, y los de baja cualificación. Es decir, podría producirse una suerte de «polarización» en el empleo, con un aumento de la desigualdad laboral y salarial, especialmente entre las zonas urbanas del este –Shenzhen, Shanghái o Hangzhou– y las regiones del interior, lo que podría generar una economía a dos velocidades.
Quién sabe si estos cambios en el contrato social urbano podrían conducir a tensiones sociales. Por eso Pekín ya impulsa políticas de recapacitación masiva y educación digital, para evitar fracturas en la sociedad y eso empieza ya a aplicarse en la educación a edades tempranas. Ya hay reformas piloto en provincias como Guangdong y Zhejiang que incluyen alfabetización digital e inteligencia artificial desde la primaria. En suma, el impacto sociológico de la IA podría tener dos vertientes: una integradora, si logra elevar la productividad y abrir nuevas oportunidades formativas y laborales, y otra disruptiva, si acentúa las desigualdades. El equilibrio dependerá de cómo el Estado chino y las empresas tecnológicas manejen esta transición.
Asimismo, China ese enfrenta un envejecimiento rápido de su población laboral, y una reducción prevista de la población activa -aquella comprendida entre los 15 y los 64 años- en los próximos 25 años. S&P Global pronostica que para 2050 China tenga unos 404,6 millones de personas mayores de 65 años, es decir casi el 29,4 % de la población. IA y robótica son vistos como herramientas clave para compensar parcialmente ese declive, al aumentar la productividad por trabajador.
En cualquier caso, se espera que el gasto relacionado con la IA por parte de las empresas tecnológicas chinas aumente considerablemente en los próximos años, a medida que desarrollen infraestructura, plataformas y aplicaciones de inteligencia artificial. Los economistas de Goldman Sachs prevén que el gasto total alcanzará cerca del 1 % del PIB anual de China en los próximos años.
Sin duda, 2025 ha marcado un punto de inflexión en la percepción global sobre las empresas tecnológicas chinas. Si los avances tecnológicos se consolidan, no es descabellado prever un cambio de paradigma en el que Occidente pierda su actual dominio. La carrera ya ha comenzado y, por primera vez en mucho tiempo, los inversores globales miran hacia Oriente con la misma expectación con la que durante décadas observaron Silicon Valley.







