Corea del Norte se radicaliza (y II): Se inmiscuye en la guerra de Ucrania con claro apoyo a Putin

Madrid. El posible envío de soldados norcoreanos a la guerra de Ucrania en apoyo de Rusia se ha llevado con mucho sigilo y ello puede crear un malestar que también puede originar más inquietud que solidaridad interna hacia el pueblo ruso que Vladimir Putin trata de compensar con todo tipo de ayudas al régimen norcoreano. Kim Jong-un ya prometió varias veces «apoyo total» a Putin, quien firmó en junio pasado con el líder norcoreano, durante una visita a Pyongyang, una «asociación estratégica integral» que incluía un acuerdo de defensa mutua.
Desde Seúl, el Servicio de Inteligencia Nacional (NIS) detalló recientemente que barcos de la marina rusa transportaron 1.500 fuerzas de operaciones especiales norcoreanas a la ciudad portuaria de Vladivostok entre el 8 y el 13 de octubre, y que estas tropas ahora estaban recibiendo entrenamiento para luego ser desplegadas al frente, pero la cifra total de efectivos desplegados por Pyongyang para apoyar al régimen de Putin estaría alrededor de los 12.000.
El apoyo norcoreano a Rusia, ya establecido desde agosto de 2023, va también con unos 13.000 contenedores con proyectiles y misiles, y con hasta ocho millones de proyectiles de artillería de 122 mm y 152 mm y a cambio Rusia ha incrementado su ayuda a Pyongyang en el desarrollo de su programa de armas nucleares y de misiles balísticos. Un apoyo que nadie de sus ciudadanos conoce como ha sido elaborado por el régimen, pero los «afortunados» a combatir en Ucrania no lo han celebrado con fiestas y parabienes, todo lo contrario, y de ahí que también Kim Jong-un haya decidido endurecer sus políticas para evitar cualquier sorpresa que pueda debilitar al régimen. Corea del Norte siempre está en pie de guerra.
La Unión Europea (UE) considera que si Rusia recurre a soldados norcoreanos para combatir en Ucrania se marcaría «otro nivel de escalada» en el conflicto y revelaría la «debilidad» y «creciente aislamiento» de Moscú. No obstante, Corea del Sur ha convocado al embajador de Rusia en Seúl, Georgi Zinoviev, para protestar por el supuesto envío de militares de Corea del Norte a la guerra en Ucrania, en referencia clara a la invasión realizada por Moscú en febrero de 2022, aunque el Gobierno ruso ha matizado que todo son «informaciones contradictorias» sobre la realidad del traslado de tropas norcoreanas a Rusia.
Pyongyang se enfrenta también a las sanciones y amenaza a todo país que las respalde tras las últimas decisiones de Corea del Sur, Japón y Estados Unidos para vigilar el cumplimiento de las mismas, las cuales podrían anularse siempre y cuando el régimen norcoreano abandonase su programa nuclear, una situación ahora más difícil que nunca a raíz del apoyo ruso a sus sofisticados programas nucleares. Pyongyang dice a los 11 países miembros de la comisión para vigilar las sanciones que pagarán «un precio» por crear esta comisión, compuesta por Australia, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Nueva Zelanda y Reino Unido, además de Estados Unidos, Corea del Sur y Japón.
Ucrania se radicaliza desde Asia, mejor aún desde Corea del Norte, pero en el caso que sea cierto el envío de soldados norcoreanos a la guerra el riesgo sería altamente peligroso dado que si China ya mantiene una posición ambigua en su apoyo a Vladimir Putin, Kim Jong-un no disimula su «fervor patriótico» hacia el presidente ruso y sabiendo que el objetivo es fortalecer el régimen norcoreano, pero, sin embargo, esta alianza de Moscú y Pyongyang también podría debilitar las defensas norcoreanas, pues si ya es prácticamente «imposible» un ataque norcoreano con su «excelente» artillería o un ataque nuclear, ahora enviando tropas a la guerra de Ucrania y «debilitando» su arsenal miliar en favor de Rusia hará aún más «imposible» cualquier ataque al «enemigo» bien Corea del Sur o Japón o enviando algún misil balístico a EEUU. Prácticamente imposible.
Corea del Norte no pudo o no quiso o midió bien sus consecuencias si realizaba en 2023 el momento clave para llevar a cabo su séptima prueba nuclear. Una obsesión del régimen, pero hay que estar muy preparados dado que Kim siempre gana todas las «guerras mediáticas» y puede saludar al nuevo presidente de EEUU con este «regalo nuclear». Al menos, el centro de pruebas nucleares de Punggye-ri (noreste del país) está totalmente rehabilitado y listo para albergar esa soñada séptima prueba nuclear que daría aún más firmeza y seguridad al régimen norcoreano, que explicaría a su pueblo la necesidad de hacerlo para proteger al país de sus enemigos o de una quimérica invasión.
Kim Jong-un va camino de cumplir 14 años como líder supremo de Corea del Norte, tras la muerte de su padre, Kim Jong-il, de quien heredó su poder, pero al parecer la globalización mundial actual no le sienta bien, pues esa esperanza de una política más conciliadora con sus vecinos de Corea del Sur y Japón, y de considerar a EEUU el mal de todos sus problemas, convencido de que quieren invadirle, no ha sido óbice para que Pyongyang, en vez de llevar a cabo enormes cambios económicos, centre su prioridad en su desarrollo nuclear y con críticas a Occidente por sus políticas exteriores.
A los drones iraníes se suman los proyectiles de la artillería norcoreanos que Rusia aprovecha en un momento difícil por las sanciones de gran parte de Occidente y EEUU, aunque es obvio que China está en otro escenario en la guerra de Ucrania, pero con la meta de salvar a Putin, que aprovecha esta semana con la cumbre de los BRICS para salir de su aislamiento, que se celebra en la ciudad rusa de Kazán, con la presencia del primer ministro de la India, Narendra Modi, y el presidente de China, Xi Jinping. En definitiva, Corea del Norte gana un protagonismo que hace poco no lo esperaba y con ello refuerza su régimen y gana como le gusta a Kim Jong-un otra guerra mediática, aunque en esta ocasión el realismo de esta confrontación supone una tensa situación con el envío de tropa norcoreanas a la guerra ucraniana.
Ahora Corea del Sur evalúa enviar armas y oficiales de Inteligencia a Ucrania como respuesta a las tropas norcoreanas que apoyan a Rusia. Otro escenario. Un conflicto que se tensa que incluso hasta el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, ha advertido de que Rusia puede recurrir al «arma más peligrosa de su almacén», en referencia al armamento nuclear, si la OTAN finalmente entra en Ucrania, tal y como sugiere Kiev después de la supuesta presencia de tropas norcoreanas en el guerra.
De esta forma, Corea del Sur puede romper su tradicional política pacifista de no suministrar armas letales a un país que está en guerra con otro, y puede terminar enviado armamento a Ucrania, una medida estratégica y de «vigilancia» con los soldados norcoreanos y un posible enfrentamiento de ambas partes lejos de la península coreana. Y todo ello ha provocado que Rusia haya advertido a Corea del Sur de las consecuencias en caso de que entrara en guerra para ayudad a Kiev. Un galimatías perfecto en un asunto grave. «Un tema muy serio» con graves repercusiones no sólo a nivel regional sino a nivel global. Kim Jong-un gana de momento.
A modo de conclusión seis importantes anotaciones: primera, China es el único país que puede forzar a Kim Jong-un a reducir su programa nuclear y frenar la guerra en Ucrania; segunda, Corea del Norte no provocará ninguna guerra en la península coreana por las graves consecuencias que tendría, es decir, pese a la enorme tensión entre las dos coreas es prácticamente imposible una guerra en la península coreana por las graves repercusiones colaterales para Pyongyang; tercera, pese a esa tensión permanente, que sube y sube, no ocurrirá nada; cuarta, el eje Moscú-Pyongyang no ha parado de estrecharse desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, quinta, todo lo que hace el régimen tiene un claro objetivo como es aumentar la confianza en el pueblo y más ante la grave situación económica que vive el país, y sexta, Rusia ha arrastrado a Corea del Norte a la guerra de Ucrania, la militarización en esta parte de Asia es cada vez mayor que aprovecha la OTAN para seguir analizando la relación entre la Alianza Atlántica y Corea del Sur y sin olvidar la cada vez mayor colaboración de Japón con la OTAN. Y como tampoco tiene que pasar desapercibido el apoyo de Tokio a Taipéi.
Las dos Coreas permanecen técnicamente en guerra, ya que el conflicto que las enfrentó entre 1950 y 1953, y en el que Estados Unidos lideró la coalición que apoyó al Sur, acabó con un alto el fuego, el actual armisticio, y no un tratado de paz. Con la firma de un tratado de paz se sellaría el primer paso hacia la «normalidad» en la península coreana y enterraría ese «bucle» que lleva más de 70 años de convulsiones políticas, ayudando a la convivencia pacífica de los coreanos de ambos lados.