¿Teme Kim Jong-un a Donald Trump? El ataque israelí a Irán es una alusión directa

Kim Jong-un y Donald Trump, en Panmunjom en 2019. | Shealah Craighead, Casa Blanca - Flickr
Comparte esta noticia:

Madrid. La tensión de la geopolítica mundial se dispara. Israel golpea a Irán, que sufre sus momentos más críticos desde la caída del Sha Reza Pahlevi, en 1979, por una serie de bombardeos a algunas de sus instalaciones nucleares. Con fuertes réplicas iraníes pero con menor efectividad dada la superioridad israelí, mientras Estados Unidos ya ha bombardeado también algunas de sus tres principales instalaciones nucleares y presiona a Teherán para negociar su programa nuclear. Un ataque israelí y estadounidense que no debe pasar desapercibido para Corea del Norte, en el que su líder, Kim Jong-un, rechazó la carta de Donald Trump para abrir canales de comunicación con el objetivo de reiniciar el diálogo bilateral tras años de parálisis, una realidad bélica preocupante en Oriente Medio y con una clara alusión a Pyongyang.

El asunto nuclear está en el fondo en ambos países. Trump quiere ir por la vía rápida, pero en el caso de Pyongyang, pese a las buenas relaciones del presidente estadounidense con su «buen amigo» Kim Jong-un, el líder norcoreano no está dispuesto a normalizar cierta confianza con EEUU para entablar unos contactos encaminados a reducir su arsenal nuclear, tal como le han pedido a Irán, dado que Pyongyang se debilitaría si accediera a las pretensiones estadounidenses, pues a más tensión e intimidaciones más seguridad para el régimen, que vive desde hace 70 años en permanente estado bélico.

Y entonces, ¿se enfadaría Trump? ¿O haría lo mismo que con Irán y permitiría bombardear las instalaciones nucleares norcoreanas? Está claro que aceptando la misiva de Washington, enviada el pasado 11 de junio, se pone a Kim en un aprieto para dialogar y prefiere usar una actitud de distanciamiento, pero es obvio que el ataque israelí a Irán es una evidencia clara que no debe pasar desapercibida en Corea del Norte. Trump es imprevisible y todo puede ocurrir tal como se están desarrollando los acontecimientos de Oriente Medio.

EEUU presiona para que Irán negocie su programa nuclear. Neutralizarlo es el objetivo. Teherán ha prometido una respuesta contundente, pero no asusta, mientras que Rusia y China protestan, aunque no irá nada más allá de originar más tensiones. Israel y EEUU están ganando, veremos en los próximos días todas sus consecuencias.

¿Teme Kim Jong-un a Donald Trump? En principio no, pero Trump se ha vuelto tan imprevisible como el líder norcoreano. Todo es posible, pero si ante tanta insistencia estadounidense para tratar el tema nuclear con Irán ha originado un bombardeo en sus principales instalaciones nucleares, ante la demora en conversaciones nucleares con Pyongyang qué podría pasar por la mente de Trump.

La guerra entre Irán e Israel son claras referencias para el régimen norcoreano, una realidad distinta a la iraní, pues a diferencia con el régimen de los ayatolás, nadie quiere «cargarse» el régimen de Kim Jong-un. Nadie, de momento, quiere eliminar a la dinastía de los Kim. Y ahora, con la ayuda económica y científica de Moscú, a cambio de sus soldados en la guerra de Ucrania, para sus planes nucleares, la realidad es bien distinta con el conflicto israelí-iraní.

O vamos a suponer que la tensión en la península coreana es similar o superior a la existente en Oriente Medio. Entonces EEUU o Japón o Corea del Sur lanzarían un ataque al centro de pruebas nucleares de Punggye-ri (noreste del país), totalmente rehabilitado, listo para albergar esa soñada séptima prueba nuclear, que cada vez encuentra más dificultades para llevarla a cabo. Y entonces, ¿qué harían China y Rusia si uno de los centros de pruebas nucleares de Corea del Norte fuera bombardeada? Rusia sigue entretenida con su ruinosa guerra en Ucrania y a China la inestabilidad mundial no le favorece, en especial viendo cómo funciona su amigo Vladimir Putin. Y además, por mucha protesta, a Pekín le puede afectar esta situación en Asia Central en su ruta de la Seda y, por ello, no se va a meter en líos bélicos, en una aventura militar. Eso sí, tiene a una Pakistán musulmana como su mejor aliado contra Israel y potencia nuclear, y también considerablemente «enemigo» de India.

A Irán solo le queda negociar. Ya no volverá a ser la de antes. Y dudo que pueda endurecer su ya dura, represiva y estricta política doméstica. EEUU e Israel han humillado a Irán. ¿O surgirá un terrorismo chiita?, pues el 90 por ciento de la población practica esta religión. Las perspectivas de futuro ahora mismo no están nada claras. Una gran parte del pueblo iraní está realmente muy cansado de un absolutismo gubernamental-religioso preocupante. Hay de todo, como se ha publicado en la prensa occidental, pero en redes, iraníes celebran el asesinato de generales y de responsables científicos y también los hay quienes apoyan al régimen de los ayatolás con claros mensajes sobre la integridad del país.

Moscú y Pekín han criticado a Israel. E incluso antes del primer ataque fueron bastantes beligerantes ante un posible bombardeo israelí. La caída de Siria, la guerra de Gaza y los bombardeos contra Hamas y en Líbano contra Hezbolá han debilitado a Irán, que, al parecer, ahora solo cuenta con el apoyo de los hutíes en Yemen, quienes en los últimos años han recibido de Teherán diversos tipos de armas, como ametralladoras, morteros, explosivos, misiles antitanque, misiles balísticos, misiles de crucero, drones, lanchas trampa y sistemas de defensa antiaérea, unas milicias también bombardeadas por EEUU y enemigos declarados de Israel, país que está dispuesto a cambiar el régimen de los ayatolás. Veremos qué ocurre en las próximas semanas.

¿Puede caer el régimen iraní? Ese es el objetivo de Israel y de EEUU, pero Irán no volverá por ahora a ser esa potencia regional que era antes de los ataques israelíes. Incluso sus políticas han incomodado a países árabes del golfo Pérsico que aplauden en silencio el ataque de Israel a Irán, pues también ha habido «choques religiosos», dado que en estos países los suníes son la rama mayoritaria del Islam frente a la mayoría chiita de Irán. Lo que sí es evidente es que esta operación militar recuerda a Irak y a Libia como como ejemplos de caos e inestabilidad tras un derrocamiento de sus respetivos líderes, Sadam Huseín y Muamar el Gadafi, respectivamente.

Es obvio que Corea del Norte haya condenado la ofensiva de Israel contra Irán y ha acusado a EEUU y Occidente de «azuzar las llamas de la guerra», pero también sabe muy bien Pyongyang que Irán tras los ataques de Israel no será la misma potencia de antes, pues el régimen de los ayatolás, que llegaron al poder en 1979, se ha debilitado tanto en tan poco tiempo que probablemente nunca volverá a tener el mismo poder.

Pero por ahora Kim Jong-un puede estar tranquilo, que nadie le va a atacar, aunque viendo el giro de la geopolítica mundial todo es posible. Ahora con el nuevo presidente de Corea del Sur, Lee Jae-myung, partidario de un mayor acercamiento a Pyongyang, la tensión en la península coreana se espera que mengue. Y tal vez el juego de las amenazas e intimidaciones nucleares de Corea del Norte también será distinto, pues la guerra Israel-Irán, país que debe gran parte de su desarrollo nuclear al suministro de Pyongyang, tendrá otro recorrido que hará reflexionar a todos ante los impulsos de un Trump dispuesto a arreglar el mundo a su manera y en días.

En definitiva, Donald Trump ya ha atacado a Irán, ya está en guerra, y ahora se abre un nuevo periodo bélico que puede servir de «referencia» a Corea del Norte, pues Trump quiere negociar el desarrollo nuclear y Kim por ahora no le interesa ni la normalidad y menos la confianza con Washington. Veremos qué ocurre tras la grave crisis de Oriente Medio. Pero lo que sí es cierto es que el ataque israelí contra Irán ha abierto un nuevo frente en una guerra que se está expandiendo por toda la región y el mundo. Y quién sabe si hasta en el Nordeste Asiático.

El panorama geopolítico global experimenta una profunda transformación que diseñará tal vez el nuevo orden multipolar, pero lo que es peligroso ahora mismo es que Irán cierra el estrecho de Ormuz, por donde pasa el 20 por ciento del crudo mundial y sus consecuencias serán económicamente catastróficas. El conflicto israelí-iraní requiere contención y una solución definitiva para evitar que se extienda aún más. Una guerra con un fondo más político que militar, según distintos expertos.

El mundo angustiado. Irán no quiere ceder pero ha perdido el control de su espacio aéreo a manos de la Inteligencia y el Ejército de Israel, mientras líder supremo iraní, Alí Jamenei, sigue oculto en un búnker tras haber designado a altos cargos religiosos para sucederle en caso de ser asesinado. Y lo importante es que no termine todo en una guerra total en Oriente Medio, pero seguro que nada será baladí en Corea del Norte.

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

También te podría gustar...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *