Japón y Corea del Sur ante el desafío del envejecimiento de unas sociedades sin reemplazo generacional

Madrid. Las sociedades de Japón y Corea del Sur son las más envejecidas del mundo, una tendencia que marcará el futuro de estos países, a los que China puede unirse en un plazo no lejano al experimentar ya el gigante asiático las consecuencias de una población cada vez más longeva, una evolución demográfica con consecuencias para la economía regional.
El envejecimiento en Japón es una realidad desde hace años, agravado tal y como reflejan los datos revelados en 2024 por el Ministerio de Asuntos Internos y Comunicaciones del país, según los cuales la población de 65 años o más superó los 36 millones, un máximo histórico del 29 % del total.
Los datos de la agencia señalan que en 2023 el número de personas de 65 años o más con trabajo era de 9,1 millones, lo que supone una cifra récord. Y, de hecho, el número de habitantes de China, el segundo país más poblado del mundo, se redujo en unos 1,39 millones el año pasado, según datos oficiales publicados por la Oficina Nacional de Estadística (ONE) del gigante asiático.
Las personas de 65 años o más activas laboralmente suponían a esa fecha cerca del 25 % de la población total de trabajadores de Japón, es decir, que uno de cada cuatro mayores trabajaba, con especial incidencia en el grupo de edad de entre 65 y 69 años, que alcanzaban el 52 % de los que a pesar de su edad tienen que levantarse todas las mañanas para cumplir con sus obligaciones laborales.
La cosa no queda ahí, ya que el 11,4 % de las personas de 75 años o más trabajaban a fecha de 2022. El momento por el que atraviesa el mercado laboral ha provocado que cerca del 40% de las empresas del país permitan a sus empleados trabajar hasta los 70 años o más, en ocasiones en sectores productivos con alta exigencia física.
La razón de prolongar hasta tan tarde el trabajo hay que buscarla en la tendencia demográfica en Japón, que con una tasa de fecundidad de 1,26 hijos por mujer ha provocado que cada vez sea más difícil mantener el sistema de pensiones en el que las generaciones en edad de trabajar sostienen a los jubilados.
Entre enero y junio de 2024, Japón registró 350.074 nacimientos, un descenso del 5,7 % en comparación con el año anterior y el número más bajo desde 1969, mientras el número de bebés nacidos en Corea del Sur aumentó a su ritmo más alto en 14 años en noviembre, impulsado en parte por un incremento de los matrimonios tras la pandemia, y considerada una de las naciones más envejecidas del mundo.
La proyección para 2070 es que la población podría disminuir un 30 %, hasta 87 millones, una tendencia que tiene según los especialistas su raíz en que las jóvenes japoneses son cada vez más reticentes a casarse o tener hijos debido a las complicadas perspectivas laborales y el alto coste de vida, en especial en lo que atañe a la educación.
De hecho, el número de nacimientos en Japón durante los primeros 11 meses de 2024 se situó, por primera vez, por debajo de los 700.000 cayendo un 5,1 %, hasta los 661.577, según datos preliminares publicados recientemente por el Ministerio de Sanidad, Trabajo y Bienestar Social.
Daniel Arrieta, profesor titular de la Universidad de Estudio Extranjeros de Kioto y especialista en Comunicación Intercultural, señala a este periódico digital que el proceso demográfico que afecta a Japón se ha trasladado ya al sistema educativo superior.
El profesor, de nacionalidad española, indica que, según un estudio reciente del área de Osaka-Kioto-Kobe, donde existen actualmente 25 universidades, se calcula que dentro de 10 años solamente habrá estudiantes para cuatro de estos centros universitarios debido a la tendencia demográfica.
«El informe señala que las 20 restantes podrían desaparecer, razón por la cual toman medidas», apunta Arrieta, tras indicar que entre las iniciativas que ya se han puesto en marcha en estas universidades «destacan los planes para atraer estudiantes de otros países asiáticos, en especial de China».
«Ajustar plazas, despedir profesores y especializarse en áreas muy concretas son otras de las medidas puestas en marcha por las autoridades educativas», subraya.
El nivel del envejecimiento ha llegado a un nivel tal que la Agencia Nacional de Policía de Japón estimaba en cerca de 68.000 personas de más de 65 años de edad que podrían morir solas en sus hogares.
La actual tendencia hace prever que cerca de 11 millones de ancianos vivan solos en el año 2050 en el archipiélago, un quinto de los hogares japoneses, según el Instituto Nacional de Investigaciones sobre Población y Seguridad Social.
Naoko Narushima, licenciada por la Universidad de Gakusshuin (Tokio) y especialista en economía de la empresa, señala a este periódico digital que la mayoría de las personas de su país de edad avanzada continúan trabajando por dinero, ya que como asegura «las pensiones no son suficientes, sobre todo para quienes fueron autónomos».
Narushima explica que se han creado asociaciones de profesionales mayores a las que los empresarios pueden acudir si se necesitan cubrir distintos tipos de profesionales.
«Aunque el aspecto económico es el principal también hay que tener en cuenta que la cultura japonesa es distinta a la española o europea y que muchas personas no saben qué hacer si no tiene trabajo, por lo que prefieren continuar por ello en el mercado laboral», matiza.
Respecto a la llegada de extranjeros para cubrir ciertos puestos de trabajo asegura que en los últimos años se ha registrado un número creciente de personas provenientes de países como Filipinas y Tailandia.
«En la generación de nuestros padres -octogenarios- el Gobierno incentivaba a tener hijos pero en la mía la gente ya cambió su forma de pensar por motivos económicos», indica, tras resaltar que actualmente «el coste la vida es muy elevado y las universidades también son muy caras a la hora de que los hijos continúen su etapa educativa».
Una situación similar de envejecimiento, o incluso peor, a la de Japón se vive en Corea del Sur, donde en 2023 un total de 3.600 personas murieron solas en sus casas, según datos publicados a finales de 2024 por el Ministerio de Salud y Bienestar del país asiático.
Los hechos responden a una dinámica demográfica que ha provocado que el 20 % de la población supere los 65 años, hecho que convierte al país oficialmente en una sociedad «superenvejecida».
Corea del Sur ostenta actualmente el dudoso título de contar con la tasa de natalidad más baja del mundo desarrollado y una sociedad «superenvejecida» al contar con un 20 % de población que tiene 65 años o más.
El país asiático tiene la tasa más baja de natalidad del mundo con 0,72 hijos por mujer, cuando para que una población se mantenga estable se necesita que cada fémina tenga 2,1, una tendencia que de mantenerse llevaría a que la población surcoreana quedara reducida a la mitad en 2100, una pésima perspectiva para su economía y el sistema de pensiones.
Las ayudas financieras del Gobierno a los potenciales padres en forma de subsidios de vivienda o de eximir a los hombres del servicio militar si tienen tres hijos antes de los 30 años no han servido de mucho.
Las dificultades de las mujeres para compatibilizar vida laboral y maternidad son esgrimidas por muchas jóvenes para justificar la decisión de no tener hijos. Estudios sobre este asunto revelan que las mujeres están siendo obligadas a decidir entre tener una carrera o hijos y que cada vez con más frecuencia se decantan por la primera opción.
En la capital, Seúl, la tasa de natalidad ha descendido a 0,55, la más baja del país, debido, según apuntan los expertos, al coste de la educación privada y los altos precios de la vivienda que han convertido a Corea del Sur en uno de los países del mundo más caros para criar un hijo.
La senda demográfica de dos países con unas economías avanzadas como Japón y Corea del Sur puede ser seguida ahora por China, cuyas autoridades han puesto en marcha un proyecto para afrontar el problema que propone el incremento gradual de la edad de jubilación frente al envejecimiento poblacional y la baja tasa de natalidad.
Con una esperanza de vida de 78,6 años en 2023 y una tasa de crecimiento natural negativa, el aumento de la edad de jubilación es una apuesta para aliviar la presión sobre el sistema de pensiones.
La nueva realidad de China preocupa a sus autoridades, ya que, aunque la edad promedio en el país es de 38 años, la población envejece y las tasas de natalidad se desploman, lo que no hace sino aumentar la preocupación de que la fuerza laboral pueda mantener a los que ya se jubilaron.
Un informe de la Academia China de Ciencias Sociales predijo que debido a la reducción de la fuerza laboral el principal fondo de pensiones del país se agotaría para 2035, una perspectiva que favoreció que las autoridades del país asiático lanzaran, en 2022, el primer plan de pensiones privado que permitió a las personas abrir cuentas en bancos para comprar productos de pensiones como fondos mutuos.







