¿Una Corea unificada? (y II): La firma de un tratado de paz, primer paso para la confianza

Seúl. La confianza es clave para un entendimiento entre las dos Coreas, pero ni existe y tampoco existirá por ahora. Tanto el nuevo gobierno surcoreano del presidente Lee Jae-myung como los anteriores tantas veces han mencionado la unificación como algo esencial para la nación coreana que prácticamente en Corea del Sur ya dejó de ser una prioridad en las distintas capas sociales del país. Nadie está en contra de «liquidar» el régimen de Corea del Norte.
Las conversaciones a seis bandas (Rusia, EEUU, China, Japón y las dos Coreas) resultaron un fracaso. Estaban encaminadas a detener el programa nuclear norcoreano a cambio de reconocimiento diplomático, petróleo para suplir su falta de energía y ayuda humanitaria y económica, pero ello suponía cambios en la política de Kim Jong-un, y obviamente todo supone inseguridad para el régimen. La normalidad en Pyongyang despierta muchos recelos que pueden originar «situaciones extraordinarias», de ahí la persistente y nula falta de confianza que no sólo ofrece el régimen norcoreano, sino que tampoco es proclive a recibirlo. El régimen sabe que China, que proporciona el 90 por ciento del combustible que consume Corea del Norte, nunca va a fallarle, pero también sabe que cualquier cambio de ‘status quo’ debe llevar el visto bueno de Pekín.
Y prueba de ello, hechos palpables, como cuando demolió la Oficina de enlace intercoreana, construida en 2018 como símbolo de la reconciliación, o incluso cómo no supo aprovechar la apertura del complejo industrial de Kaesong (fronteriza con Corea del Sur) inaugurado en 2004, que generaba un comercio anual de unos 2.000 millones de dólares, luego cerrador por Seúl en febrero de 2016 por el lanzamiento de misiles, al margen de otra serie de incidentes graves que supusieron enormes tensiones. Eso sí, los JJOO de invierno de Pyeongchang, en Corea del Sur, en enero de 2018, sentaron las bases para un diálogo definitivo en la península coreana, también pasado cierto todo fracasó. La normalidad no es la preferencia exquisita de Corea del Norte y de sus dirigentes. Y veremos qué ocurre si el estadounidense Donald Trump decide verse con Kim Jong-un. La confianza, clave.
Desde 1945 hasta hoy, junio de 2025, los acontecimientos políticos en la península coreana han sido múltiples, así como los numerosos y graves incidentes entre las dos Coreas, que han reflejado no sólo la existencia de la «guerra fría», sino momentos de enorme tensión al borde de un conflicto militar de graves consecuencias. Las dos Coreas permanecen técnicamente en guerra, ya que el conflicto que las enfrentó entre 1950 y 1953, y en el que Estados Unidos lideró la coalición que apoyó al Sur, acabó con un alto el fuego, el actual armisticio, y no un tratado de paz. Y un primer paso para la confianza, imposible actualmente, sería la firma definitiva de un tratado de paz.
Mucho se ha hablado que en Corea del Norte se podría aplicar el ‘Movimiento Saemaul’ que tanto resultado dio en los años sesenta y setenta a Corea del Sur bajo la presidencia de Park Chung-hee (1961-1979) y que contribuyó al desarrollo económico-social de todo el país con el objetivo de modernizar la economía rural y mejorar la calidad de vida de los habitantes de las zonas rurales, fomentado la participación ciudadana y la autogestión, pero el régimen de Kim Jong-un lo rechazaría absolutamente, lo que evidencia que esa supuesta creación de ayuda (un impuesto o fondo especial) para la unificación tiene el rechazo mayoritario de la sociedad surcoreana.
Hace ahora diez años, junio de 2015, que vine una vez más a Seúl, en donde participé como periodista para hablar de hasta cuándo sobreviviría el régimen de Kim Jong-un. Algunos expertos señalaron no más de diez años. Estamos en 2025, y teniendo en cuenta que su abuelo, Kim Il-sung, el «gran líder» y fundador del país en 1948, y su padre, Kim Jong-il, el «querido y amado» líder, murieron por causas naturales, la continuidad de la dinastía Kim está asegurada aunque muriese repentinamente el actual líder, el “brillante camarada” y “mariscal”, dado que tanto su hermana Kim Yo-jong, de 37 años, como su hija Kim Ju-ae, de 11 años, cada vez más familiarizada con los «juguetes nucleares», son quienes darán vida al clan de los Kim, al menos mientras no provoque situaciones “bélicas nucleares” que pudieran dar lugar a que China e incluso EEUU tuvieran que intervenir. Eso sí, nadie quiere por ahora que el régimen se derrumbe. Y mientras tanto el líder ya lleva 15 años mandando en el país.
Vietnam acaba de celebrar el 50 aniversario de la reunificación del país, un país unificado y una referencia económica a nivel mundial, mientras aún en Asia siguen divididas tanto las dos Coreas desde 1945, tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial de Japón y la guerra civil (1950-53) entre el Sur y el Norte, como la República Popular China con su guerra civil (1927-49) con los nacionalistas de Taiwán.
Otro paso importante para la unificación de ambas Coreas, tras la firma de un tratado de paz y conseguir esa confianza inexistente, sería que en la frontera entre el Norte y el Sur, en lugar de estar repleta de densas vallas de alambre de púas y cientos de puestos de guardia, se produjera una situación de normalidad para que ambas partes fueran dando un margen de confianza, algo también impensable, o que cruzar la frontera fuera similar a la de Alemania con sus otros nueve países fronterizos, o que pudieran verse los programas de la TV surcoreana y que el internet tuviera libertad total en toda Corea del Norte. En suma, la unificación imposible. Y sólo cabe esperar que el internet penetre en los norcoreanos y se despierten diciendo este mundo no es real. Y ese es el peligro auténtico para el régimen de Kim Jong-un, que sigue sin realizar los cambios necesarios y luchando contra la realidad que impera fuera de sus fronteras.
De momento, la división de las dos Coreas va para largo, mientras la de China habrá que esperar a 2049, fecha histórica del centenario de la fundación de la República Popular China y con el firme propósito de los chinos de reincorporar la isla de Taiwán a la «Gran China» que quieren sus dirigentes, pero mientras tanto la presión de Pekín en todas sus facetas sobre Taipéi no disminuirá, y siempre a la espera de cualquier acontecimiento inesperado que pueda suceder y suponga geopolíticamente un cambio total en la antigua isla de Formosa.








Santiago:
Creo que cometes en tu interesante artículo el error histórico de la supuesta guerra civil intercoreana. No tienes más que mirar de nuevo el pié del documento de la firma del Armisticio, que ya hace tiempo te envié, donde la única firma visible de dirigente coreano es la del Mariscal Kim Il Sung, por parte de la República Democrática Popular de Corea (del Norte) y brilla por su ausencia la del Presidente de la República de Corea (del Sur) Lee Sing Man. El resto de las firmas son de los mariscales aliados, de la República Popular China y de los Estados Unidos de América con el célebre United Nations Command.
Por otro lado creo que tampoco mencionas las declaraciones del entonces Presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, en la fronteriza Panmunjom y en Hanoi, que dió la BBC británica con sus elogios a la «fuerza de trabajo y diligencia del pueblo norcoreano».
Tampoco hubiera estado de más haber mencionado que el Pentágono ya redujo hace años los 30.000 efectivos del 8th US Army en Seúl, reduciendolos a 20.000 y trasladándolos del campestre centro de la capital surcoreana Yong Sang Gu a Pyong Taek, 75 Km al sudeste.
Nada mencionas sobre las maniobras militares conjuntas anuales en primavera ROK-US, Team Spirit de los años 80, herederas del UN Command americano de tiempos de la guerra entre Corea del Norte y los Estados Unidos de América en toda la península.
Por lo demás, yo creo que esa deseada y denostada unificación coreana -según por quién- se materializaría cuando ambos lados, con permiso americano, negocien la repoblación del sur y la sustitución de inmigrantes filipinos por mano de obra barata norcoreana, a condición de controlar sus ingresos desde Pyongyang.
Por lo demás, excelente artículo. 🙂