Una posible entrevista entre Kim Jong-un y Donald Trump está abocada al fracaso

Kim Jong-un y Donald Trump, en 2019. | Shealah Craighead - Casa Blanca, Flickr
Comparte esta noticia:

Madrid. Corea del Norte vive políticamente un momento dulce. Pyongyang consolida sus buenas relaciones con Rusia tras su total colaboración en la guerra contra Ucrania, mantiene un mayor entendimiento con Corea del Sur desde la llegada del nuevo presidente surcoreano, Lee Jae-myung, estabiliza una mayor confianza con China tras su presencia en el desfile militar que conmemoró el 80 aniversario de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico, un invitado muy considerado por Xi Jinping, y ahora Donald Trump quiere verse con Kim Jong-un, al que considera «un buen amigo», para analizar una desnuclearización de la península de Corea en una hipotética cita que estaría abocada al fracaso, ya que el líder norcoreano no va a reducir su arsenal nuclear al ser su mejor escudo protector para su régimen y la continuidad de la dinastía familiar.

Kim Jong-un debutó en un evento multilateral de líderes en el mayor desfile militar en la historia de China en septiembre pasado. El régimen norcoreano salió fortalecido y Corea del Norte certificó a nivel doméstico unas coordenadas de seguridad y firmeza que hacía tiempo el país no vivía. Tal vez su mejor momento político de los últimos años. Y ahora concederá una serie de indultos a varios condenados con ocasión del 80 aniversario de la fundación del gobernante Partido de los Trabajadores de Corea del Norte (WPK, según sus siglas en inglés), el 10 de octubre próximo, unos indultos que contribuyen a fortalecen el régimen, a consolidar la unidad interna y a fomentar la lealtad del pueblo a su máximo líder y también presidente del Comité de Asuntos de Estado, Kim Jong-un. La dinastía de los Kim está a salvo, y el programa nuclear, pese a Trump, sigue su curso.

El multilateralismo no va con Donald Trump pese a que Xi Jinping lo defiende siempre que puede, aunque tampoco va con Kim Jong-un, de ahí que un posible encuentro, que anhela Trump con el líder norcoreano lleve implícito una serie de asuntos relacionados con el programa nuclear de Corea del Norte. Pyongyang nunca va aceptar reducir su arsenal nuclear o cerrar algunas de sus principales instalaciones nucleares como la de Punggye-ri (noreste del país) a cambio del levantamiento de las sanciones e incluso de un ofrecimiento de seguridad para su país, Kim lo rechaza y por ello el encuentro se sigue posponiendo para evitar a priori su fracaso. La confianza es clave en política. Kim Jong-un sabe de qué va esto. Y sabe también que nadie va a «liquidar» su régimen. Sus enemigos no están fuera sino dentro de su pueblo si algún día pudiera hablar.

Corea del Norte advirtió la pasada semana en la Asamblea General de la ONU que no renunciará a su programa nuclear ni firmará ningún acuerdo por una península de Corea desnuclearizada porque eso «equivale a pedirnos renunciar a nuestra soberanía y el derecho a nuestra existencia». Y precisamente todo esto es lo que pretende Trump con Kim Jong-un. Las armas nucleares son las que permiten «el equilibrio de poderes en la península de Corea y garantizar una paz duradera en la región», dijo el viceministro de Asuntos Exteriores norcoreano, Kim Son-gyoing. Y agregó que «el programa nuclear es un derecho sagrado». Difícil lo tiene Trump para que Pyongyang se desnuclearice.

De hecho, el viceministro Kim Son-gyoing no aludió a una posible reunión de su país con EEUU para desactivar la tensión, todo lo contrario, acusó a Washington de «azuzar a sus aliados en Asia y de preparar el escenario para una amenaza militar». Corea del Norte siempre está en guerra. Kim Jong-un insiste en «fortalecer y mejorar» las capacidades nucleares del país, con el objetivo de defender la soberanía nacional. E incluso cuando Kim acudió a China, invitado por Xi para conmemorar el 80 aniversario de la IIGM en el Pacifico, el líder norcoreano condicionó la visita a que la desnuclearización quedara fuera de la agenda de cualquier conversación posible. Y pese a que, como sospecha Seúl, Pyongyang dispone de unos 2.000 kilos de uranio altamente enriquecido (HEU), el régimen sigue con su política nuclear y más cuando en estos momentos se lleva bien con su vecina del Sur, con Rusia mejor que nunca, normal con China e incluso bien con Trump. Es decir, su mejor oportunidad para ganarse la confianza y consenso exterior que le sirve para garantizar su seguridad interior.

También es cierto que los vaivenes de Donald Trump en su política exterior sembraron dudas sobre qué podría hacer con Corea del Norte tras bombardear en junio pasado tres de las principales instalaciones nucleares iraníes y fue entonces cuando surgió un rumor envenenado cuando Kim Jong-un rechazó la carta de Donald Trump para abrir canales de comunicación con el objetivo de reiniciar el diálogo bilateral tras años de parálisis. Trump quiere que Kim renuncie al programa nuclear pero sabe que no lo va a hacer, y ahora más difícil tras reforzarse su régimen con el apoyo de Rusia y las buenas relaciones con China.

Kim puede estar tranquilo, nadie le va atacar, pero claro el líder norcoreano tan imprevisible como Trump, sabe que tiene que controlarse más que antes en ese aluvión de lanzamientos de misiles que nos tiene acostumbrado, en especial, a sus vecinos. Pero por ahora no va a lanzar tantos misiles como antes y debería gastar menos dinero en armas y en su programa nuclear. El régimen iraní, el padrino de Hamas, no cayó aunque quedó muy debilitado y poco faltó para que los ayatolas se fueran al garete. Kim de momento no debe temer a su «amigo» Donald Trump, pero eso sí, viendo el giro de la geopolítica mundial todo es posible. E incluso no es de extrañar que en cualquier momento Trump gire su política con Ucrania perjudicando a su también «amigo» Putin, tal como va la guerra.

China quiere potenciar su propia credibilidad y no desea conflicto alguno. Manda la economía. Pero los desafíos geopolíticos y un panorama económico global incierto siembran dudas y sobre todo tensiones. Gaza y Ucrania siguen entreteniendo a rusos, chinos y estadounidenses, pero en realidad asuntos tan complejos como Venezuela y, en especial, Taiwán, ocupan un espacio geopolíticamente inestables y veremos qué ocurre en los próximos meses con las dos primeras potencias mundiales a escena. Xi Jinping y Donald Trump se verán en la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), en la ciudad surcoreana de Gyeongju, del 27 de octubre al 1 de noviembre de 2025, un encuentro de enorme trascendencia política para evitar que el peligro de la estabilidad global persista.

En definitiva, Corea del Norte mantendrá su programa nuclear. «Lo contrario equivaldría a una rendición», es su mejor escudo protector a su rígido régimen norcoreano. China espera a que el mundo se canse de EEUU y de su presidente, Donald Trump, y gire más hacia la República Popular China. En realidad, a Pyongyang no le vale la confianza, le inquieta cualquier cierta normalidad, pues cuando en muchas ocasiones se ha estado a punto de lograr avances significativos, al final ocurre un mínimo incidente que justifica volver a empezar y así muchos años. O sea, se elimina cierta normalidad y se evapora la confianza, aspectos claves para la estabilidad del presente y futuro no sólo de Corea del Norte sino de la península coreana.

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

También te podría gustar...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *