Taiwán: la agenda anti-Xi de Lai Ching-te (II)

Madrid. Desde el inicio de su mandato el 20 de mayo de 2024, el presidente taiwanés, Lai Ching-te, ha sido mucho más incisivo en la cuestión continental que su predecesora en el cargo, Tsai Ing-wen.
La premisa fundamental de Lai apunta a China como el gran adversario estratégico, calificado de «fuerza extranjera hostil», no solo militarmente, sino también en términos políticos, sociales y económicos, reforzando su narrativa de protección de la democracia e identidad taiwanesa. Esta calificación se utiliza como marco para justificar medidas de seguridad nacional, leyes contra la infiltración y restricciones a residentes o cónyuges provenientes de China continental.
Subraya igualmente que las acciones de Beijing, como ejercicios militares cerca del estrecho de Taiwán o campañas de propaganda, representan un riesgo directo para la soberanía y la estabilidad de Taiwán. Según Lai, la defensa nacional y la cohesión cívica son esenciales para contrarrestar esta amenaza.
En síntesis, Taiwán se enfrentaría a cinco amenazas principales de parte de China continental: amenazas a la soberanía nacional y a la identidad taiwanesa, operaciones de espionaje dirigidas al ejército taiwanés, trabajo de «frente unido» e infiltración disfrazada de intercambios religiosos o culturales, e infiltración a través de políticas de integración dirigidas a empresarios y jóvenes taiwaneses en la Gran Tierra.
Para contrarrestar esas amenazas, Lai presentó en marzo último las «17 estrategias de seguridad nacional» que que abarcan diversos ámbitos, desde la seguridad militar hasta la protección de la identidad nacional y la resiliencia cívica. Los partidos de oposición las tildaron de «provocadoras». El fortalecimiento de capacidades de disuasión, la reactivación de tribunales militares, la defensa contra operaciones de influencia, la protección de infraestructuras críticas, el fomento de la cohesión social, la educación en defensa civil, la implementación rigurosa de la Ley Antiinfiltración (aprobada en 2020) o la revisión de políticas de visados y residencia, ilustran este catálogo.
El enfoque de Lai es manifiesto en algunas áreas.
Comercio e inversiones
Aunque reconoce la interdependencia económica, Lai enfatiza la necesidad de diversificar mercados y reducir la dependencia económica de China, evitando la vulnerabilidad estratégica.
La disminución del comercio bilateral es una tendencia acreditada. En 2024, por ejemplo, las exportaciones de Taiwán a China continental alcanzaron su nivel más bajo en años, representando menos de una tercera parte del comercio exterior de Taiwán, en comparación con el 44 % en 2020.
Asimismo, la inversión directa de Taiwán en China continental ha disminuido considerablemente. En 2024, las empresas taiwanesas invirtieron 8,7 mil millones de dólares en 18 países, mientras que las inversiones en el continente continuaron en descenso. Desde 2016, Taiwán ha implementado la «Nueva Política hacia el Sur», promoviendo inversiones en países del sudeste asiático y otras regiones para reducir su dependencia económica de China.
El Acuerdo Marco de Cooperación Económica firmado en 2010, bajo Ma Ying-jeou (Kuomintang-KMT), que buscaba reducir barreras arancelarias y mejorar las relaciones comerciales bilaterales, ha quedado en gran medida estancado. Taiwán ha evitado nuevas negociaciones y la cooperación bilateral en áreas como el turismo y la educación ha disminuido.
Se espera que la tendencia de diversificación continúe, con Taiwán buscando fortalecer su presencia en mercados emergentes y reducir su exposición a riesgos asociados con China continental. Sin embargo, la interdependencia económica en sectores clave, como los semiconductores, podría seguir siendo un factor de influencia en las relaciones entre ambos países.
La comunidad empresarial taiwanesa está preocupada por la situación actual, ve con escepticismo el propósito de construir una «cadena de suministro no roja» así como con inquietud que se ceda continua y ciegamente ante Washington en base a la premisa de depender de Estados Unidos para resistir a China.
Infiltración
Lai ha activado las respuestas a lo que considera campañas de espionaje e interferencia política del continente, con un endurecimiento de los controles a todos los niveles e instando una mayor severidad y contundencia normativa muy especialmente en el desempeño de funcionarios públicos, tanto civiles como militares, afectando a Hong Kong y Macao.
Cónyuges continentales
Se han implementado reformas significativas en las normativas relacionadas con los cónyuges provenientes de China continental. Estas modificaciones buscan reforzar la seguridad y mitigar posibles influencias desestabilizadoras. Los requisitos de residencia ahora son más estrictos para cónyuges de China continental llegando a revocarse el estatus de varios cónyuges de ciudadanos taiwaneses por actividades consideradas como apoyo a la reunificación con China continental.
Beijing ha condenado estas acciones, acusando a Taiwán de suprimir los intercambios y lazos entre ambos lados del estrecho. El número de registros de matrimonio a través del estrecho, comprensiblemente, ha estado disminuyendo.
Resiliencia
El Comité de Resiliencia de Defensa de Toda la Sociedad se creó el año pasado y su trabajo involucra cinco aspectos: entrenamiento de la fuerza civil, distribución de material, seguridad energética, atención médica y preparación de refugios, y seguridad cibernética y financiera. Su propósito es involucrar a la sociedad en la estrategia oficial y acabar con lo que algunos califican de “desmoralización crónica” de los taiwaneses ante una eventual unificación.
Desinización
La resistencia a la sinización (proteger la identidad taiwanesa frente a la influencia continental) es otra seña de identidad del mandato de Lai Ching-te. En su acción de gobierno, impulsa la promoción del idioma y la cultura local, la educación y una narrativa histórica con acento en su diferenciación respecto a China continental con el afán de establecer un «espacio político y cultural taiwanés» distinto.
Relaciones institucionales
El intercambio institucional a través del Estrecho está bajo mínimos. El gobierno de Lai no escatima esfuerzos para dificultar la estrategia de la oposición para afirmarse como puente para el diálogo. Un buen ejemplo ha sido la suspensión del foro de ciudades gemelas Taipéi-Shanghái, que se celebra desde 2010, anteponiendo controles exhaustivos y exigencias puntillosas para lograr que se desarrolle de «manera saludable y ordenada», una dinámica que el KMT, al frente del gobierno de la capital, califica de «obstrucción deliberada».
Contestación del principio de «Una sola China» en los documentos internacionales
Un frente importante de contestación que lidera la Administración Lai es la denuncia de la «distorsión» por parte de China continental de la Resolución 2758 de la ONU, erigida en el principal obstáculo para la participación internacional de Taiwán. Para Beijing, encarna el principio de «Una sola China». Sin embargo, Taipéi proyecta el discurso de que los documentos de posguerra como la Declaración de El Cairo y la Declaración de Potsdam no determinaron el estatus político final de Taiwán.
Mientras para Beijing, la devolución de Taiwán a China es parte integral de los resultados de la victoria de la Segunda Guerra Mundial y del orden internacional de posguerra, quienes defienden la independencia de Taiwán se basan en el Tratado de San Francisco de 1951 para justificar afirmaciones de que Taiwán tiene un estatus legal «indeterminado». La propia oposición interna a Lai sugiere que esta interpretación es contraria a la Constitución de la República de China, nombre oficial de Taiwán, y al hecho histórico de que Japón devolvió Taiwán propiamente dicho, así como los archipiélagos de Kinmen y Penghu a la República de China.