ELECCIONES | Corea del Sur inicia una campaña electoral decisiva para elegir al nuevo presidente del país

Madrid. La campaña electoral para las elecciones presidenciales del próximo 3 de junio en Corea del Sur arrancó esta semana en medio de una ardua batalla política entre el liberal y opositor Partido Democrático (PD), liderado por Lee Jae-myung, y el conservador y gubernamental Partido del Poder del Pueblo (PPP), con Kim Moon-soo a la cabeza, mientras que Lee Jun-seok, del minoritario Partido de Nueva Reforma (NRP), podría sumarse al PPP para hacer frente al PD, según algunos analistas. Si bien en política no hay nada escrito, habrá que ver cómo se desarrolla una crucial campaña electoral en la que los políticos tendrán que ganarse a los indecisos, recuperar una confianza perdida y, sobre todo, enterrar la incertidumbre tras la crisis originada en diciembre pasado, cuando el entonces presidente Yoon Suk-yeol decretó la efímera ley marcial y fue destituido por el Tribunal Constitucional en abril pasado, una noticia que dio la vuelta al mundo.
De momento, Lee Jae-myung lidera las encuestas presidenciales con un apoyo del 46 por ciento, seguido de Kim Moon-soo, con un 32 por ciento, y Lee Jun-seok, con un 10 por ciento. Unos sondeos que a falta de 12 días para los comicios no certifican un triunfo para ningún candidato, dado que los porcentajes varían según transcurren las jornadas de campaña, aunque Lee va primero en todas las encuestas para convertirse en el futuro presidente de Corea del Sur.
El espectro político surcoreano encierra una cierta polarización política, dado que si Lee Jae-myung, un controvertido líder de la oposición, gana la Presidencia surcoreana, gozaría del respaldo parlamentario al tener su partido PD mayoría en la Asamblea Nacional, y clave en el control político que hizo al presidente Yoon Suk-yeol, cuyo partido, el PPP, estaba en minoría parlamentaria, y si obtiene la Presidencia del país el gubernamental PPP, con Kim Moon-soo, la realidad política volvería a ser similar a la que había antes de que Yoon fuera destituido.
Pero si las últimas elecciones legislativas fueron en abril de 2024 con el triunfo de la oposición, ahora habría que esperar a 2028 para unos comicios legislativos y aclarar el panorama político surcoreano. Yoon ganó a Lee por muy escaso margen en las anteriores elecciones presidenciales, en marzo de 2022, con algo menos del 1 % de los votos, lo que originó que su mandato presidencial fuera complicado y realmente muy débil sin poder superar distintas votaciones en la Asamblea Nacional (299 miembros) al tener la mayoría la oposición, que rechazó los presupuestos del Ejecutivo en la Asamblea Nacional.
De esta forma, el Legislativo, dominado por la izquierda, en contra de un gobierno, de derechas, en un país cuya república democrática está regida por un sistema presidencialista y separación de poderes. Una realidad política que había antes de estos comicios del 3 de junio próximo y que puede surgir de nuevo sin descartarse las tensiones internas y la polarización política.
Lee sigue favorito pese a las polémicas judiciales a las que se enfrenta. De momento, sigue liderando las encuestas y el Tribunal Superior de Seúl ha pospuesto su vista sobre el juicio por los cargos de instigación al perjurio debido a las próximas elecciones presidenciales, tras dos acciones similares por parte de la judicatura, la semana pasada, y habrá también que ver si tras las elecciones presidenciales el citado tribunal decide retomar los cargos contra Lee y éste ya fuera presidente del Corea del Sur. Es decir, se presentaría un nuevo problema político y judicial, que traería más polarización y más incertidumbre.
Lee Jae Myung ha propuesto una enmienda constitucional que permitiría a un presidente cumplir dos mandatos de cuatro años, para «construir un nuevo sistema acorde con los tiempos», pero la realidad es que hay un electorado marcado por la incertidumbre institucional y la tensión interna en las filas conservadoras, aspectos que reflejan la campaña de las actuales elecciones presidenciales.
Lee es más conciliador con Corea del Norte e incluso con China. Y al parecer estaría dispuesto a reducir su gran dependencia con Estados Unidos, en especial en lo relativo con lo militar, sobre todo cuando Donald Trump está exigiendo pagar más para la defensa del país o por mantener a sus 28.000 soldados en las distintas bases militares en Corea del Sur.
Unos comicios presidenciales marcados por la crisis económica que vive el país, en el sector inmobiliario, la inflación, el envejecimiento demográfico o la perenne tensión con su vecina del Norte con «amenaza nuclear» constante. Más ahora el reto de las cuestiones arancelarias con Estados Unidos, que ve cierta preocupación por la cooperación militar entre Corea del Norte y Rusia, a quien el régimen norcoreano ha suministrado armas y a donde ha mandado unos 11.000 soldados para apoyar la invasión rusa de Ucrania.
En definitiva, los coreanos esperan al nuevo presidente de un país y desean poner fin a una de sus crisis políticas más graves de los últimos años, recuperar una confianza perdida en los políticos y comprobar el comportamiento de Corea del Norte, dado que su régimen siempre se ha peleado con la normalidad y estabilidad en Pyongyang, pero está claro que la inestabilidad política de su vecina del Sur no le perjudica en nada.
Corea del Norte no está quieta, necesita actividad, moverse y hacerse oír. Pyongyang participa en la campaña electoral de las presidenciales de Corea del Sur lanzando varios misiles de crucero hacia el mar de Japón (mar del Este), cuyos lanzamientos tuvieron lugar en la zona norcoreana de Seondeok, en la provincia de Hamgyong del Sur. Además, estos misiles pueden compensar el fracaso del segundo destructor naval norcoreano, que sufrió importantes daños en su botadura esta semana, lo que originó el enfado de Kim Jong-un, quien desea buques de guerra más grandes para enfrentarse a lo que él llama amenazas crecientes lideradas por EEUU contra su país.
Corea del Norte y las relaciones con China son dos asuntos que el futuro presidente de Corea del Sur tratará con enorme agilidad política, dado que la política surcoreana siempre está pendiente de los vaivenes de Pyongyang y la importante estabilidad con Pekín, clave para cualquier solución final en la península coreana. En 2022 se cumplieron 30 años de las relaciones entre ambos países, y China es el principal socio comercial de Corea del Sur y el segundo mayor destino mundial de las inversiones surcoreanas.
De momento, la buena sintonía entre Pekín y Seúl se mantiene e incluso en 2015 los dos países firmaron un Tratado de Libre Comercio (TLC), pero cambiar a EEUU por China no es algo baladí y obviamente el candidato Lee ya ha empezado a dirigirse a un sector más conservador, dado que es bien sabido que es más conciliador con el régimen de Pyongyang y con China. Tal vez lo mejor de esta campaña electoral sería poner fin definitivo al monotemático asunto intercoreano que lleva más de 70 años al pie del cañón.







