El Dalái Lama cumple 90 años en medio de la disputa de India y China por la sucesión del líder espiritual

Madrid. El Dalái Lama, el líder espiritual del Tíbet, acaba de cumplir 90 años en una emotiva ceremonia en su residencia de Dharamshala, en el norte de India, donde vive exiliado desde 1959, un acontecimiento que ha marcado las señales de espiritualidad sobre su sucesión, en la que mientras India defiende la postura del Dalái Lama y rechaza implícitamente la postura de China, Pekín insiste en que la «reencarnación» es un asunto político interno sujeto a la aprobación del Estado, le considera un separatista y la sucesión debe ser aprobada por el gobierno chino.
De todas formas, si al final se cumplen los pronósticos del Dalái Lama, que afirmó este pasado fin de semana que espera vivir hasta los 130 años, en una ceremonia de Oración por la Larga Vida (Tenshug), celebrada en el Templo Principal Tibetano de la ciudad india de Dharamshala, sede del Gabinete de la Administración Central Tibetana, el gobierno tibetano en el exilio, la disputa por el liderazgo espiritual entre Pekín y Nueva Delhi puede esperar un largo tiempo.
En 1951, el Ejército chino ocupó el Tíbet después de firmar un pacto de convivencia con el Dalai Lama, pero éste se exilió en el norte de la India en 1959 tras sospechar que iba a ser secuestrado cuando ya había logrado una de las vicepresidencias de la Asamblea Nacional Popular (ANP, Legislativo) por expreso deseo del entonces líder comunista, Mao Zedong, con quien se entrevistó cuando ya los chinos ocupaban todo el Tíbet.
Las relaciones se rompieron en 1959, cuando el Ejército chino neutralizó un levantamiento armado en el Tíbet y decidió tomar el control total sobre el territorio. Fue entonces cuando el Dalai Lama y miles de tibetanos huyeron a India, donde les cedieron un terreno en Dharamshala, al norte del país, para poder instalar allí su administración en el exilio. Se estima que más de 150.000 refugiados forman la diáspora tibetana. La gran mayoría se instalaron en India, junto a su líder espiritual.
La conmemoración de los 90 años del máximo líder espiritual del Tíbet no ha pasado desapercibida, lo que también ha supuesto una alta tensión geopolítica entre China e India. El primer ministro de la India, Narendra Modi, felicitó al Dalái Lama por sus 90 cumpleaños y lo destacó como un «símbolo perdurable de amor, compasión, paciencia y disciplina moral». India ha sido el hogar del líder espiritual desde su huida del Tíbet en 1959, ofreciendo refugio a él y a decenas de miles de tibetanos.
Mientras, China se opone que el hasta ahora decimocuarto Dalái Lama que viene ejerciendo en los últimos 85 años y que sólo ha podido guiar a sus fieles desde su Tíbet natal durante 19 años, al exiliarse a India tras la invasión china, muestra su rechazo a que ahora el decimoquinto Dalái Lama no lo nombre el gobierno chino y considera que su elección entre los 150.000 tibetanos residentes en India no es válido, sobre todo teniendo en cuenta que el Dalái Lama afirma que su reencarnación «nacerá en un país libre».
China está «enfadada» por esta actitud y considera que «la reencarnación del Dalái Lama, el Panchen Lama y otras grandes figuras budistas debe ser elegida por sorteo de una urna de oro y aprobada por el gobierno central», señaló recientemente el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Mao Ning, y agregó que el “budismo tibetano nació en China y es una religión con características chinas». China reitera que la reencarnación del Dalái Lama «nunca» puede ser «decidida por un solo individuo», mientras que la cúpula del budismo tibetano, desde su histórico cónclave en la ciudad india de Dharamshala, rechazó «enérgicamente» la interferencia de China en la sucesión del Dalái Lama y respaldó por unanimidad el plan presentado por su líder para asegurar la continuidad de su linaje.
No obstante, tal como informaron distintos medios en el pasado, para controlar la religión se encuentra el secuestro del Panchen Lama, la segunda figura espiritual de esta rama del budismo. Fue el propio Dalái Lama quien, en 1995, reconoció a un niño de seis años como su reencarnación. Tanto él como su familia desaparecieron días después y, aunque se sabe que están bajo el control de China, no se ha vuelto a saber de ellos desde entonces. Lo único que Pekín dice al respecto es que lleva una vida normal y que quiere que le dejen en paz. En su lugar, para evitar más problemas sociales y políticos, China designó a su propio candidato a Panchen Lama, que se reunió con el presidente Xi Jinping junio pasado y prometió lealtad al Partido Comunista.
El también Premio Nobel de la Paz, Tenzin Gyatso, el Dalái Lama, líder global de la no violencia, un referente para la paz en este mundo tan estresante y convulso, en el que los tibetanos lo consideran una reencarnación de una serie de líderes espirituales que se remontan a más de 600 años, busca evitar el control de China en su sucesión mientras India apoya la posición del líder espiritual, país que comparte 3.500 kilómetros de frontera y mantiene vivas gran número de reclamaciones fronterizas a lo que se une el que Nueva Delhi conceda asilo al Dalái Lama desde que los chinos se hicieron con el Tíbet en 1951.
La tibetana es una cultura basada en un pensamiento filosófico y religioso profundo. De hecho, su literatura forma una de las colecciones más vastas de escritos de carácter humanista que se conocen, por ello las tradiciones tibetanas constituyen uno de los mayores legados espirituales, psicológicos y sapienciales de la historia universal y el temor actual es que este fuerte desarrollo económico chino en el Tíbet perjudique la espiritualidad tibetana.
En definitiva, el líder espiritual del budismo tibetano ha fijado la ruta para reconocer su futura reencarnación en contra de las pretensiones de China y con el visto bueno de India. Un posible choque con el riesgo de ir más allá de lo religioso y convertir este nuevo episodio de la sucesión del líder espiritual tibetano en un conflicto de ramificaciones geopolíticas al estar las dos potencias asiáticas por medio. Nueva Delhi, que acogió a los tibetanos en el exilio, ha mantenido siempre tensas relaciones fronterizas con China, que ve también como Estados Unidos no sólo apoya al Dalái Lama sino que ha denunciado la vulneración de los derechos humanos en el Tíbet. Pero China considera que sus políticas son correctas y le ampara la razón en la elección del decimoquinto Dalai Lama.







