Si China quiere, Rusia no crearía tensión internacional (I)

Madrid. Vladimir Putin no se quiere morir nunca, tiene a los rusos sometidos a todo tipo de vaivenes y de decisiones unilaterales en especial, en las regiones fronterizas con Ucrania, pero con un cierto descontento dada la situación económica en el país, en medio de una enorme tensión internacional y con el aumento de las sanciones en su contra. Pero, aun así, Moscú no se ablanda ni se cansa de la guerra, sigue masacrando y creando nuevos escenarios en la geopolítica mundial con el visto bueno de China, que no quiere que Moscú pierda esta guerra y no le retira su apoyo económico e industrial. Aunque si Pekín lo desea Rusia lo tendría muy difícil sin el beneplácito chino.
Rusia lanza drones sobre Polonia y Rumania, errores de cálculo o equivocaciones, pero todo sirve para tantear el panorama bélico de la zona y resaltar la determinación de Putin con Estados Unidos. Incluso en las recientes maniobras militares junto con Bielorrusia, Moscú lanzó un misil de crucero hipersónico Zircon en el mar de Barents, en el océano Ártico, una zona en la que, según distintos analistas internacionales, China ya prepara el terreno para expandirse militarmente más allá de sus fronteras, y no es precisamente contra EEUU, sino más bien contra Rusia, su vecino estratégico y con armas nucleares y así desplazar a Moscú del control del Ártico. Pekín hará lo que quiera en el Ártico y Moscú tendrá que dar la callada por respuesta, dado que su debilitamiento militar y económico hace que tenga cada vez más dependencia del gigante asiático. China aprende lo que hacen todos los días los rusos en la guerra con Ucrania.
Rusia sigue con sus estrategias pero no va a molestar a China. Pekín tiene una gran oportunidad ante la debilidad de Moscú y va a aprovecharla. El Ártico es una de las zonas más codiciadas del mundo, dado que dominar esa región supone para China el acceso a un privilegio estratégico con repercusiones militares y económicas de enorme magnitud. Y pese a las armas nucleares rusas, Putin, que nunca abandonó su interés en el Ártico, dejará a su «amigo» Xi Jinping, el presidente chino, que haga lo que quiera, como viene haciendo hasta ahora. Xi quiere consolidarse como potencia naval y comercial de alcance global y ya su único obstáculo para lograrlo sería EEUU, pero las políticas ciclotímicas de Donald Trump favorecen a China. El Ártico se refuerza militarmente, donde China y EEUU compiten por su hegemonía.
China puede decirle de todo a Rusia, pero no quiere incrementar más tensión bélica, no le interesa, como tampoco le interesa que Rusia pierda la guerra. Bombarderos, antisubmarinos y misiles, suficiente para intimidar a la Unión Europea tras poner a prueba el espacio aéreo de la OTAN con los drones rusos. Pero Trump ve otra realidad y todo parece normal para el inquilino de la Casa Blanca viendo cómo Putin acumuló miles de tropas en la frontera con Polonia para sus maniobras militares con Bielorrusia, unos ejercicios militares que incluyeron «armas nucleares» y que tuvieron como invitados a militares de EEUU. Ensayos militares que a Trump no le inquietan y menos a Xi jinping, mientras Ucrania depende cada vez más de Europa.
Distintos países europeos le piden a China que ejerza su influencia sobre Rusia para que detenga los ataques a Ucrania, ponga fin a la invasión rusa y se logre una definitiva «paz justa y duradera». Mientras Rusia siga recibiendo el apoyo económico e industrial de China y Trump mantenga esa actitud insultante que hiere a Occidente, Putin seguirá haciendo lo que quiera. Pekín le compra petróleo y gas a precios irrisorios, y Occidente prácticamente ya no tiene a EEUU como un aliado. China crece en todos los ámbitos, ya tiene un Ejército tan enorme que cada vez se aproxima más al de Estados Unidos. China en poco tiempo ha hecho un desarrollo realmente impresionante, y ahí sigue pugnando con EEUU por la hegemonía mundial. China con las mayores reservas de divisas del mundo va imparable. La segunda economía mundial es también el mayor exportador. ¿Qué va a hacer Vladimir Putin? Pues lo que le diga Xi Jinping. Un títere de Pekín.
China tiene una enorme dependencia del comercio internacional para su economía y es obvio que un enfrentamiento entre Rusia y la OTAN generaría una gran inestabilidad económica, con sanciones, interrupciones comerciales y mercados financieros volátiles. Es evidente que si Rusia entrara en guerra con la OTAN, China podría verse obligada a tomar partido con su aliado y ello sería extremadamente peligroso militarmente, es decir, a Pekín no le interesa un conflicto bélico, no tiene interés en enfrentarse a los países de la Alianza Atlántica.
Rusia tiene dependencia de China frente a una independencia estratégica del gigante asiático, siendo unos de sus principales objetivos el Pacífico que rivaliza con EEUU, pues Europa no es el punto caliente para China como sí lo es para Putin, dado que para Rusia el continente europeo tiene un trasfondo histórico, ya que la esfera de influencia se extendía por el este europeo hasta casi el final del siglo XX y todo cambió con la caída del Muro de Berlín en 1989. Y por ello, la diferencia es que el gigante asiático carece de esa sensibilidad histórica, ya que su interés está más en el Pacífico, aunque ahí está también África, América Latina, Asia y Oceanía y por supuesto el Sur global.
En resumen, China puede disuadir a Rusia en sus provocaciones a la OTAN. Pero claro, esa posible disuasión depende de varios factores políticos, estratégicos y económico, diplomáticos o militares, pero China no está interesada en una escalada bélica de Rusia con la OTAN. Y sin olvidar que China es el mayor socio comercial de Rusia, en especial en energía, tecnología y financiamiento. Pekín prefiere gestionar riesgos y mantener la estabilidad en lugar de confrontar abiertamente a Rusia sobre todos con las tensiones con Ucrania y las posibles repercusiones en su propio territorio.