ELECCIONES | El opositor Lee Jae-myung gana la Presidencia de Corea del Sur con el reto de integrar a todo el país

Lee Jae-myung. | 이재명, Wikimedia
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Seúl. El liberal de centro-izquierda y opositor Lee Jae-myung, del Partido Democrático (PD), se convierte en el nuevo presidente de Corea del Sur tras su triunfo electoral, más que suficiente, pero menos abultado de lo que decían las encuestas (49,42 frente a 41,15), para un mandato de cinco años que le exigirá retos cruciales en su Presidencia, como la integración de todo un país cansado de tanta inestabilidad política, recuperar la economía y, sobre todo, una confianza para eliminar la crispación y la polarización política de una sociedad cívica pero dividida tras la esperpéntica decisión del destituido presidente Yoon Suk-yeol por aplicar la ley marcial.

«La democracia nunca estuvo en peligro porque el pueblo coreano siempre asumió una responsabilidad digna de la importancia que eran estos comicios presidenciales», señalaban varios estudiantes y operarios de una gasolinera que votaron a Lee y culparon al destituido Yoon Suk-yeol de que su partido, el conservador Partido del Poder Popular (PPP), haya perjudicado a su candidato Kim Moon-soo, de 73 años, que al final sacó un resultado más que respetable.

Lee afronta una Presidencia compleja pero tiene a su favor el Parlamento (Asamblea Nacional) con mayoría parlamentaria, lo que no tenía Yoon Suk-yeol, lo que le impedía gobernar con soltura y tenía una enorme debilidad que posteriormente originó que, ante tantos reveses parlamentarios liderados por la oposición, el destituido presidente aplicara la ley marcial, que fue la hecatombe de su mandato y la consecución de estas elecciones presidenciales, las novenas de la historia del país, adelantadas con casi dos años -previstas para 2027- tras la destitución definitiva de Yoon en abril pasado por el Tribunal Constitucional.

El nuevo presidente de Corea del Sur concentrará una buena parte del Poder Ejecutivo y con el apoyo parlamentario podrá aprobar leyes fundamentales, nombramientos y, lo más importante, los presupuestos de la nación. Una Presidencia que tendrá que lidiar con dificultades, pese a su mayoría parlamentaria. Por un lado, a nivel doméstico sus políticas tienen que tener la suficiente base social para que el pueblo coreano recupere la confianza y confíe en la recuperación económica de un país que afronta una de las peores crisis económicas de los últimos tiempos e, incluso, una mayor presión fiscal no se descarta para los próximos meses, además del grave problema del país ante el desafío del envejecimiento sin reemplazo generacional, con la tasa natalidad más baja del mundo, habiendo registrado en 2023 un promedio de fertilidad de 0,72 hijos por mujer.

Y, por otro, tiene también que enfrentarse a las dudas en su política exterior, dado que es más conciliador con Corea del Norte y, en especial, en su acercamiento con China, su principal socio comercial y el segundo mayor destino mundial de las inversiones surcoreanas, pero sin olvidar la enorme simbiosis histórica con Estados Unidos, con el reto de solucionar la nueva política arancelaria con Donald Trump, que ha supuesto una reducción en sus exportaciones, además de cuidar sus relaciones con Japón, su vecino histórico, que pasan por su mejor momento. Con todo, es obvio que la nueva política exterior de Lee puede variar si al final se acerca más a Pekín y a Pyongyang cuando Tokio se rearma con Washington para frenar a China.

La política de centro-izquierda de Lee también puede conducir a formalizar un mayor reagrupamiento con el régimen de Kim Jong-un y fortalecer las relaciones con la República Popular China, país clave en cualquier solución final en la península coreana. Pero tampoco queda en el tintero que Lee tendrá que coordinar con EEUU, su mayor aliado, asuntos que se han tocado en los últimos meses, como los 28.000 soldados estadounidenses en suelo surcoreano.

La futuras decisiones de Lee, de 61 años, casado, con dos hijos y de origen humilde, estarán encaminadas a lograr que la polarización tras más de seis meses con agitaciones diversas no vuelva a ensuciar el panorama político de una sociedad que en su inmensa mayoría ha demostrado su civismo y su rechazo a épocas pasadas, pues la alta participación, con un 78 por ciento y con unos 44 millones de personas convocadas a las urnas, otorgan a Lee un enorme respaldo y mayor poder de los últimos tiempos, y sobre todo teniendo en cuenta que también controla la Asamblea Nacional, el Poder Legislativo.

Lee Jae-myung también tiene que confiar en la justicia, una judicatura que ha ido polarizándose desde la Presidencia de Roh Moo-hyun y que continuó con Moon Jae-in, según distintos analistas consultados por este medio. Porque Lee, que en su campaña electoral fue moderando sus discursos, tiene enfrente causas pendientes con la justicia, entre ellas supuesta malversación de fondos públicos, acusado de violar la ley electoral o la participación en un presunto plan para desviar dinero a Corea del Norte, que han ido aplazándose por motivo de estas elecciones. Lee ha negado siempre estas acusaciones, pero sería muy inestable para el país que el nuevo presidente estuviera condicionado a estas futuras decisiones judiciales del Tribunal Superior de Justicia, por lo que habría que ver si tras estos comicios el citado tribunal decide retomar los cargos en su contra, lo que daría lugar a un nuevo problema político y judicial que traería más incertidumbre.

El nuevo presidente de Corea del Sur, Lee Jae-myung, la cuarta economía de Asia, comenzó de forma oficial su mandato de cinco años después de que la Comisión Electoral Nacional del país asiático confirmara su victoria en las elecciones presidenciales del martes y ha asegurado que su primera misión será superar la insurrección y asegurar que nunca más haya un golpe militar que intimide al pueblo con las armas, tras la ley marcial que impuso Yoon Suk-yeol, quien le ganó en 2022 por menos de un punto.

Retos y proyectos, pero sobre todo esperanza e ilusión e incluso en ciudadanos que no le votaron, reconociendo que ahora o nunca, y valorando lo peligroso e inestable que fue la aplicación de la ley marcial. El pueblo coreano ha votado en conciencia y con la firme convicción de que en esta ocasión la nueva política se impondrá en beneficio de una sociedad que confía en recuperar los valores perdidos en los últimos meses por la polarización política e integrar a toda la sociedad coreana. El pueblo ha votado por el cambio y la estabilidad.

Lee se refirió en su discurso de juramento como nuevo presidente de la nación a recuperar la unidad nacional y dejando de lado las confrontaciones del pasado, para restaurar la economía, la seguridad y la propia democracia.

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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