El Parlamento destituye al presidente de Corea del Sur mientras el país muestra normalidad ante ciertas tensiones políticas

Parlamento surcoreano. | Pxhere.com
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Madrid. Corea del Sur es una de las democracias más consolidadas del planeta, un país que desde finales de los años ochenta, con la transición de las dictaduras militares a la democracia, ha tenido no solo tensiones políticas domésticas con varios presidentes encarcelados, sino que las relaciones con su vecina de Corea del Norte han originado escenarios nada cómodos en el país, cuya economía, la duodécima mundial, se ha visto ahora salpicada políticamente por la «cacicada» e irresponsabilidad de un presidente, acorralado por la oposición, que decidió por su propia cuenta declarar la ley marcial recordando tiempos pasados que ahora el Parlamento surcoreano le ha destituido bajo el clamor de una mayoría ciudadana que no acepta decisiones unilaterales ni chantajes ni abusos de poder.

El presidente destituido, Yoon Suk-yeol, cometió uno de los mayores errores políticos en la historia de Corea del Sur. El ya expresidente quiso sacar rédito de su fragilidad política cuando el Parlamento, con mayoría de la oposición, le derribó los presupuestos y luego Yoon infundió un «miedo» inexistente al acusar a la oposición de estrechar vínculos con Corea del Norte, lo que le sirvió para aplicar la ley marcial que ha sido su tumba política, una decisión que ha deteriorado las instituciones políticas de un país con una democracia respaldada por la amplia mayoría ciudadana, pues miles de personas se han venido congregando en las puertas de la Asamblea Nacional (Parlamento) celebrando con entusiasmo la destitución. Yoon Suk-yeol insinuó que Pyongyang pudo haber manipulado las elecciones legislativas de abril pasado que dieron la mayoría parlamentaria a la oposición o, aún más «inverosímil», que espías chinos se habrían infiltrado en las instituciones surcoreanas para desestabilizar a su Gobierno.

De esta forma, para la moción eran necesarios al menos 200 votos a favor para lograr una mayoría de dos tercios en la cámara, compuesta por 300 diputados, y, aunque el voto es secreto, al menos 12 diputados del conservador y gobernante Partido del Poder Popular (PPP) han apoyado la destitución, puesto que los partidos de la oposición suman en total 192 escaños y así la Asamblea Nacional con el opositor y liberal Partido Democrático (PD), han logrado la mayoría suficiente (204 votos a favor y 85 en contra) para echar de la Presidencia a un Yoon Suk-yeol que ha comprobado al mismo tiempo como diputados de su partido también han apoyado una destitución, que desde el primer momento no tenía vuelta atrás.

Los poderes de Yoon han quedado suspendidos pero todavía permanecerá en la Casa Azul (residencia presidencial) hasta que el ‘impeachment’ sea revisado por el Tribunal Constitucional, donde los jueces tienen la última palabra para determinar si la destitución de Yoon está justificada. Una espera de unos seis meses para su decisión final en la que, mientras tanto, el primer ministro, Han Duck-soo, asume de forma interina la jefatura del Estado, quien en sus primeras declaraciones ha manifestado estabilizar el Gobierno, el país y devolver la calma. Han se enfrenta a un 75 por ciento de ciudadanos partidarios de la destitución definitiva de Yoon y a una sociedad políticamente bastante polarizada por remover tiempos pasados con la ley marcial.

En estos momentos, hay seis jueces en el Tribunal Constitucional, pero la Asamblea Nacional podrá nominar pronto a los tres que faltan y al final serán nueve, y con seis de ellos será efectiva cualquier decisión y así el Tribunal Constitucional ratificará la destitución del presidente.

Por su parte, Estados Unidos ha reiterado su apoyo, al igual que la Unión Europea (UE), a Corea del Sur tras la destitución presidencial, lo que evidencia la firmeza democrática de un país que está de moda en todo el mundo.

Una posible destitución que daría paso a convocar elecciones presidenciales en 60 días, pero en medio de tensiones políticas entre los partidos que configuran el actual espectro político del Legislativo, dado que en caso de comicios presidenciales si ganara el actual gobernante Partido del Poder Popular, el Parlamento continuaría con mayoría de la oposición tras su victoria legislativa de abril pasado. Pero la derrota legislativa del PPP ha supuesto que luego Yoon Suk-yeol cometiera el error político de aplicar la ley marcial, y en el caso de una victoria presidencial del opositor e izquierdista y liberal Partido Democrático, encabezado por su líder, Lee Jae-myung, artífice de bloquear la ley marcial, la situación política sería muy diferente a la actual, dado que tendría mayoría legislativa.

Así, ante la posibilidad de un adelanto electoral con la posibilidad de que el Tribunal Constitucional destituya a Yoon Suk-yeol, la política de la oposición en caso de que ganara la Presidencia del país sería muy distinta de la actual Administración surcoreana. Lee Jae-myung sería más conciliador con Corea del Norte e incluso con China, y al mismo tiempo reduciría su gran dependencia con EEUU, sobre todo en el terreno militar, que además Donald Trump ha insistido a sus aliados que deben pagar más por la defensa de su país o por mantener a sus soldados (28.000 en Corea del Sur) en las distintas bases militares, aunque Trump ha reiterado que prefiere que siga como presidente Yoon Suk-yeol.

En suma, se avecinan ciertas turbulencias políticas, nada inusual en un país, que como periodista conozco bien desde la década de los ochenta, con un sinfín de acontecimientos políticos por el anacronismo de Corea del Norte y de una etapa «maravillosa» de la transición de regímenes militares a la democracia actual, una de las más consolidadas del continente asiático, junto con Japón y Taiwán.

Unos posibles comicios presidenciales adelantados le favorece a Lee Jae-myung, líder de la oposición del PD, que insiste en celebrarlos sin esperar a la sentencia del Tribunal Constitucional, mientras al partido gubernamental del PPP le va mejor alargar la cita electoral e incluso con la destitución de su actual presidente. Y sin olvidar que Lee Jae-myung claro que puede ser un firme candidato presidencial, pero tiene pendiente cinco juicios por diferentes causas, desde las acusaciones de violación de la ley electoral hasta perjurio. Si es condenado, le caerían al menos diez años de inhabilitación.

Por su parte, Han Duck-soo, de 75 años, es un político experimentado, con conocimientos técnicos, con experiencia suficiente, pues «no en vano» fue embajador en EEUU y su deseo es la estabilidad, aunque siempre en pugna con el complejo conflicto con Corea del Norte, que sabrá sacar sus propios beneficios con la situación política de Corea del Sur. Y más cuando Pyongyang vive una «luna de miel especial» con su protagonismo en Ucrania en apoyo de su «buen amigo» Vladimir Putin, pero también el nuevo presidente interino tiene que afrontar la crisis económica del país, aunque nadie descarta que pueda salpicarle cualquier componente derivado de la ley marcial que quiso instaurar Yoon, quien se encontraba casi en la mitad de su mandato, de cinco años, que finalizaría en 2027.

No obstante, el cerco judicial sólo acaba de empezar, pues además de la destitución del presidente, ahora varios responsables de esta deleznable efímera decisión de aplicar la ley marcial están detenidos, como el exministro de Defensa Kim Yong-hyun, que dimitió días después tras disculparse por el fracasado decreto y que intentó suicidarse poco después, o el jefe de policía, Cho Ji-ho, por su participación en la fracasada ley marcial reiterando que fue el presidente quien le pidió hasta seis veces que arrestará a los líderes de los dos partidos mayoritarios, el PPP y el de PD, respectivamente.

Yoon mantuvo durante 27 años la fama de ser un fiscal implacable. Su cruzada anti corrupción llevó a la ex presidenta Park Geun-hye, la última dirigente antes en enfrentarse a una moción de censura, a la cárcel por un gran escándalo de sobornos y coacciones. En 2022, Yoon ganó las elecciones por un estrecho margen. Apenas sacó un punto porcentual a su rival del PD, de ahí su fragilidad política para gobernar, cuyo mayor éxito ha sido la normalización de las relaciones con Japón, mientras que con su vecina del Norte mostró siempre una estrategia más «dura» que su predecesor Moon Jae-in (PD), que al final le ha traído bastantes problemas, lo que ha supuesto un endurecimiento del régimen norcoreano contra Seúl.

En definitiva, si el Tribunal Constitucional decide la destitución de Yoon. De respaldar la decisión de la Asamblea Nacional surcoreana, sería el segundo presidente en la historia de Corea del Sur en ser destituido, pues ya lo fue la presidenta Park Geun-hye en 2016 por un escándalo político, corrupción y tráfico de influencias y encarcelada en 2017. En 2004 fue también destituido el entonces presidente Roh Moo-hyun por supuestas violaciones de la ley electoral, pero fue rechazado por el Tribunal Constitucional y continuó como presidente de Corea del Sur. Ahora Yoon, tras la segunda votación después de ser rechazada el pasado 4 de diciembre, ha quedado destituido a la espera del dictamen final del Tribunal Constitucional.

Corea del Sur cierra así una etapa política trágica, superada tras la caída de la dictadura militar en los años ochenta, arropada por un pueblo inteligente y democrático que no desea para nada remover tiempos pasados, y quiere vivir el presente y futuro con la ilusión de una ciudadanía respetada y democráticamente madura.

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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