Vietnam celebra sus 50 años de reunificación, mientras las Chinas y Coreas siguen divididas

Ayuntamiento de Ho Chi Minh. | © Steffen Schmitz (Carschten) / Wikimedia Commons / CC BY-SA 4.0
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Madrid. Vietnam acaba de celebrar el 50 aniversario de la reunificación del país, después de medio siglo de la caída de Saigón, dos años antes de la derrota final, el 30 de abril de 1975, tras la retirada de las tropas estadounidenses de Vietnam que condenó al Ejército del Sur a una derrota segura contra el avance imparable del Ejército Popular, en un país que se ha convertido en una referencia económica a nivel mundial y está unificado, a diferencia de la República Popular China con su guerra civil (1927-49) con los nacionalistas de Taiwán y las dos Coreas, divididas en 1945 tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial de Japón, que colonizaba la península coreana.

Vietnam celebró por todo lo alto un histórico acto con un gran despliegue militar que resonó en todos los rincones de una nación que inició un desarrollo global imparable. Un evento que fue simbolizado como una declaración de intenciones, una reafirmación del orgullo nacional y una demostración de la capacidad de defensa del país. Un hito en la realidad de la geopolítica actual en la que Vietnam trata de fortalecer la cooperación en seguridad con Estados Unidos para contrarrestar la creciente influencia de China en el mar de China Meridional, unos actos que también rememoraron objetivos nacionales como equilibrar sus relaciones con la Unión Europea (UE), pero es obvio que Hanói sabe perfectamente mantener un elevado posicionamiento bilateral tanto con Pekín como con Washington.

Vietnam acaba de celebrar también el 80 aniversario de la fundación del Ejército Popular de Vietnam (EPV), una institución castrense venerada dentro y fuera del país al ser también una de las entidades militares digna de análisis por su larga historia y por sus logros acumulados, cuyas Fuerzas Armadas recordaron en 2024 el 70 aniversario de la expulsión de los colonizadores franceses en la histórica batalla de Die Bien Phu, una sangrienta contienda bélica de 56 días que preconizó después lo que sería la guerra, también brutal, con Estados Unidos, cuyos enfrentamientos fueron victorias heroicas de los vietnamitas que han sido no sólo elogiadas en los estamentos militares de todo el mundo, sino que aún se recuerdan esos conflictos bélicos al marcar en los anales de la historia unos acontecimientos que nunca las generaciones actuales y futuras olvidarán. Hechos impregnados en la literatura, la música o en cualquier bagaje socio-político-cultural de la historia universal.

E incluso la guerra de China contra Vietnam en febrero de 1979, donde más de 100.000 soldados chinos invadieron Vietnam, pero los vietnamitas, ya curtidos en mil batallas por sus 25 años de conflictos contra Francia y EEUU, frenaron su avance con una guerra de guerrillas que puso en evidencia los errores militares y logísticos de Pekín, que en dos semanas tuvo más de 20.000 bajas.

Vietnam actúa con una eficacia política basada en su larga historia, la cual sus hechos la catapultan a tener siempre en cuenta periodos inolvidables que han escrito la historia del país. De hecho, en estos actos del 50 aniversario de la reunificación del país, por primera vez, un contingente de 118 soldados y oficiales de la República Popular de China, cantando en vietnamita, desfilaron en los actos, al igual que dos batallones de tamaño similar de los ejércitos de Laos y Camboya, además del apoyo de la antigua URSS y de EEUU, que sometió al pueblo vietnamita a una brutal devastación sin precedentes con imágenes inmortales que aún hoy día se recuerdan. La Guerra de Vietnam, un conflicto que nunca más debe suceder. No obstante, Vietnam intenta preservar su autonomía mientras navega entre sus dos socios más poderosos como EEUU y China.

Vietnam sigue con sus políticas económicas, sustentados por la inversión extranjera y las exportaciones, de la que el 30 % van a EEUU, y Hanói exhibe los mismos reclamos que China décadas atrás, hasta el punto de suponer una alternativa complementaria, en gran medida por sus reducidos costes laborales.

Vietnam, un país del Sudeste Asiático de casi 100 millones de habitantes, bañado por el mar de la China Meridional, es ya una referencia mundial a nivel turístico y por su crecimiento económico, un país con una idiosincrasia histórica, rico en playas, ríos, pagodas budistas y ciudades rebosantes de vida con su capital, Hanói, y la antigua Saigón, hoy conocida como la emblemática Ho Chi Minh.

Vietnam con sus distintos conflictos bélicos condicionaron su desarrollo durante buena parte del siglo XX y tras su reunificación en 1976 y sus reformas «doi moi» años después, el país inició un largo proceso modernización que lo transformó totalmente. O sea, de una economía planificada y empobrecida, pasó a integrarse en los mercados y atraer inversión extranjera y luego su PIB per cápita nominal se multiplicó por más de ocho, de menos de 500 dólares en 1986 a casi 4.300 en 2023, señala el Banco Mundial (BM), mientras su pobreza extrema ha caído por debajo del 2 % y su economía ha seguido creciendo durante 25 años, a excepción del periodo de la pandemia, con una tasa de media anual del 6,25%, la más alta de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).

Vietnam lleva muchos años exhibiendo un crecimiento económico parecido al de China y la apertura económica le ha convertido en una de las 35 mayores economías del mundo. El Ejecutivo vietnamita se ha propuesto al 8 % la meta de crecimiento del país para 2025, en contraste con el 6,5-7 % anterior, en un momento en el que el presidente de EEUU, Donald Trump, ha puesto en marcha su política arancelaria, siendo este país del Sudeste Asiático al que le aplica un arancel universal del 46 %. Vietnam, medio siglo después de una brutal guerra, el país sigue siendo más que nunca referencia económica mundial que sabe equilibrar sus relaciones bilaterales con China, EEUU, Rusia e incluso con India.

Vietnam se ha reunificado, pero la República Popular China sigue dividida con la República de China (actual Taiwán, antigua Formosa) y lo mismo ocurre con las dos Coreas.

De esta forma, China y la península coreana son todavía rincones del mundo en los que la división del país sigue vigente, pero el sueño de una «Gran China», como la «unificación de las dos Coreas», no ha dejado indiferentes a nadie y más cuando se conmemoran acontecimientos que recuerdan el enfrentamiento civil entre sus protagonistas, pero de ahí a una invasión de la República Popular China sobre Taiwán, o que Corea del Norte pueda hacer lo mismo con Corea del Sur, parece, de momento, bastante improbable.

Tanto la guerra civil de China (1927-49) como la de Corea (1950-53) fueron conflictos muy violentos que han desembocado en periodos de tensiones e inestabilidad en esa parte del continente asiático que siguen sin resolverse por distintos motivos geopolíticos y estratégicos.

Por un lado, en China se inició una guerra civil en 1927, que duró 22 años, sólo interrumpida por la invasión japonesa de 1937-1945, en la que tanto los comunistas como los nacionalistas luchan contra el invasor nipón, y luego, en 1945, tras la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, se reanuda la guerra civil china con el triunfo de Mao Zedong en 1949 que proclama la República Popular China, mientras los nacionalistas del Kuomintang (KMT) con el apoyo de EEUU se establecen en la isla de Taiwán (antigua Formosa) y así hasta la actualidad.

Por otro, en cuanto a la guerra civil coreana, las dos Coreas permanecen técnicamente en guerra, ya que el conflicto que las enfrentó entre 1950 y 1953, y en el que Estados Unidos lideró la coalición que apoyó al Sur, acabó con un alto el fuego, el actual armisticio, y no un tratado de paz. Y todo como consecuencia de la derrota de Japón, que había colonizado la península coreana (1910-45). Tras la división de la península en 1948 se establece oficialmente la instauración de los dos países en el Norte y Sur, respectivamente. Y así hasta hoy día.

La realidad política es que la República de China (actual Taiwán) sigue ocupando un importante espacio geopolítico en el continente asiático en un mundo cada vez más global en el que EEUU y China pugnan por el liderazgo mundial pero donde Pekín no cede en su «presión» sobre la isla taiwanesa con el objetivo de debilitarla y analizar la respuesta que pudiera dar Washington, su valedor y aliado principal, en el caso de invadirla.

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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