China se opondría a una Tercera Guerra Mundial

Madrid. Rusia va camino de salirse con la suya en la guerra con Ucrania. Con el apoyo total de Donald Trump, ganará Vladimir Putin y con el beneplácito de China, pero el riesgo de una Tercera Guerra Mundial, como reitera el inquilino de la Casa Blanca, es prácticamente imposible, y más cuando Pekín estaría en contra de un nuevo conflicto mundial.
La reiteración de Trump sobre los riesgos de una guerra mundial ha sido constante, pero sus riesgos son más mediáticos que reales. No obstante, pese a la preocupación en Europa ante el posible estallido de un nuevo conflicto mundial, dada la ayuda de Corea del Norte a Rusia en Ucrania, es exagerado, y eso que Pyongyang facilita, pese a la sangría de sus soldados, el 50 por ciento de la munición que usa Rusia en su guerra con Ucrania, pero la infraestructura militar norcoreana ha quedado algo mermada, y lo mismo pasa con Moscú, cuya economía pide a gritos que termine ya la guerra después de tres años de manipulaciones fiscales, altibajos del rublo, evasión de sanciones y una economía militarizada. La máxima obsesión de Rusia es que Ucrania no entre en la OTAN.
También el primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal, en abril pasado dijo que si Ucrania pierde la guerra habrá un conflicto mundial. Entonces estaba Joe Biden en la Casa Blanca y Kiev quería que el Congreso de Estados Unidos le aprobara un paquete de ayuda estancado desde hacía meses, pero ahora está Trump y está sembrando un «desorden mundial».
Eso sí, pese a que ambos países son potencias nucleares, estarían lejos de esa hipotética guerra, pues no sólo Rusia está deseando que termine la guerra de Ucrania, sino que a Corea del Norte no le favorece prolongar un conflicto militar que también debilita su defensa ante sus «numerosos enemigos». Donald Trump va camino de apaciguar a Rusia y a Corea del Norte a un precio muy alto, en especial con Moscú, y todo ello con el visto bueno de China.
China afronta su batalla de aranceles con Estados Unidos, pero China tiene en perspectiva a Taiwán, un foco de inestabilidad real pero aún lejos para que el estrecho de Taiwán sea lo que provoque esa guerra y precisamente Pekín viene advirtiendo a Moscú que no quiere un nuevo conflicto mundial. El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, va a tener que tragar con todo y tampoco Europa está en condiciones de desarrollar una nueva realidad militar, lo que aleja esa posibilidad, pero si el nuevo orden mundial lo lideran Putin y Trump, el caos está garantizado.
China quiere una relación estable con EEUU, un beneficio estable para ambos países. La guerra comercial que nos viene encima va a provocar más inflación e inestabilidad, de ahí que por ahora un nuevo conflicto a escala mundial tiene poco recorrido. Pekín desea que Washington deje de «usar como armas» las disputas económicas y comerciales, tras la orden de Trump de restringir el acceso a la tecnología estadounidense por parte de varios países, entre ellos China. La guerra comercial sí que está más cerca.
Otra guerra más próxima sería la rivalidad entre las dos primeras potencias en el Asia-Pacífico, una rivalidad geopolítica entre las dos naciones, pero Pekín cada vez está más presente en la zona. Y un tercer actor sería India, también contrario a una escalada bélica mundial, pues Nueva Delhi está más interesado en frenar el hegemonismo chino en coincidencia con EEUU y evitar el avance del gigante asiático.
Corea del Norte desea volver al turismo, reabrir un sector que la pandemia le castigó severamente, pues el régimen de Kim Jong-un también desea que la guerra en Ucrania termine lo antes posible, dado que ya ha dado acceso a los primeros extranjeros occidentales, por lo que una guerra mundial tampoco entraría en los planes de Pyongyang, que sabe perfectamente lo que es ganar numerosas guerras mediáticas. Corea del Norte acaba de enviar otros 1.000 soldados más para combatir en la región rusa de Kursk, ocupada parcialmente por el Ejército ucraniano, pero su estrategia mediática fortalece su régimen: se combate por un buen aliado, pero la realidad es bien distinta, ya que cuanto antes termine la guerra real, antes se reprogramará el régimen norcoreano.
A China tampoco le va. Tiene sus respectivos frentes: además de Taiwán, tiene sus conatos de enfrentamientos en las aguas del mar de China Meridional y sus roces con Japón por las islas Senkaku, en japonés o Diaoyu en chino, en el mar de la China Oriental, aunque le preocupa más las alianzas militares niponas con EEUU y la posición favorable de Tokio en el actual ‘statu quo’ de Taiwán.
Su guerra es la comercial con EEUU. Pekín insiste en que las medidas arancelarias de Trump no benefician ni a China ni a EEUU ni al resto del mundo. Y es falso, dice el Gobierno chino, que busque un superávit comercial con EEUU, mientras Trump resalta lo contrario. Esa es la verdadera guerra y no la, hipotética, mundial. Trump quiere un nuevo orden internacional pero a su manera. Y Ucrania es el país que más pierde.







