Pekín sueña con unos Juegos Olímpicos de Invierno impolutos y exentos de polémicas
Madrid. Los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchang, de 2018, en Corea del Sur marcaron una nueva etapa política en Corea del Norte, fue un evento deportivo que relanzó un diálogo esperanzador entre la dos Coreas, y ahora China deposita su convicción en que sus Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín, del 4 al 20 de febrero de 2022, contribuyan a disipar dudas sobre sus políticas y sirvan para ganarse la confianza de la comunidad internacional en aras de un mayor entendimiento global, y al mismo tiempo que su imagen como la segunda economía mundial no se vea afectada en sus relaciones con terceros países y en especial con EEUU.
Pekín será la primera ciudad de la historia en acoger unos Juegos de verano y de invierno, y lo hará bajo unas estrictas medidas de prevención, que fueron anunciadas en septiembre pasado por el Comité Olímpico Internacional (COI) y el Comité Organizador de Pekín 2022.
La antorcha olímpica ya está en Pekín, sede de los próximos Juegos Olímpicos de Invierno, procedente de la localidad griega de Olimpia, donde se prendió recientemente la llama, que ya recorre varios puntos del país para alentar a la población a practicar deportes de invierno.
El coronavirus ha traído escenarios diferentes. El tópico de que la COVID-19 trae perspectivas mejores choca con otras peores que la propia realidad descubre diariamente en este desaguisado mundo global, pero Pekín no quiere unos Juegos Olímpicos similares a los celebrados este pasado verano en Japón, en Tokio, que se caracterizaron por la cruda realidad de la pandemia.
Eso sí, Pekín espera que en febrero de 2022 no aparezcan en los Juegos Olímpicos de Invierno factores políticos que enturbien los esfuerzos del gigante asiático por ofrecer una normalidad en el país para una celebración deportiva con público y sin restricciones que los convertirá en una clara referencia para la vuelta a la normalidad.
De ahí que, al menos por ahora, se descarte, como auguran algunos agoreros, que la República Popular China lleve a cabo cualquier ataque a la isla de Taiwán e incluso exteriorice su músculo militar pese a sus maniobras con fuego real con Rusia, donde buques de guerra de las dos armadas, la china y la rusa, han realizado conjuntamente en este mes de octubre en las cercanías de las aguas del mar de Japón (mar del Este).
Una inquietud que provoca preocupación en Estados Unidos por el avance chino en sus capacidades militares, pero, pese a la presión china en esa zona, incluida la del mar Meridional y mar Oriental, no va a ir más allá de lo que pueda suponer el enturbiar unos JJOO en los que las autoridades chinas han depositado una enorme esperanza en su éxito global.
Sin embargo, la máxima preocupación del Gobierno chino radica en controlar el coronavirus y frenar el aumentos de los casos de la pandemia, sobre todo cuando se ha aplazado la maratón de Pekín, prevista para el 31 de octubre, y también la carrera de la ciudad de Wuhan, que debía haberse celebrado el pasado el 24 de octubre, dos eventos que han tenido su repercusión por el brote del virus vinculado al turismo, que ha supuesto la suspensión de los viajes interprovinciales para turistas en cinco zonas del país, incluido Pekín.
Los atletas deberán permanecer durante su estancia en la capital china en una burbuja, un circuito cerrado que cubrirá todas sus actividades en la capital china. El sistema de burbujas se pondrá en marcha el 23 de enero de 2022 (los Juegos se celebrarán del 4 al 20 de febrero) y terminará al final de los Paralímpicos de Invierno (del 4 al 13 de marzo). Además, todas las personas en la burbuja se someterán a pruebas diarias de ácido nucleico.
La organización del COI va a solicitar también una cuarentena previa de 21 días tras llegar a Pekín a aquellos atletas que no estén vacunados y no se venderán entradas a espectadores llegados del extranjero con el objetivo de asistir al evento deportivo.
Pekín 2022 supondrá la tercera cita olímpica consecutiva en Asia, después de la de invierno de 2018 en la ciudad surcoreana de Pyeongchang, y los de este pasado veranos en Tokio. Además, son los primeros juegos de invierno que acoge China, que tendrá como sedes, además de Pekín, las ciudades de Yanqing y Zhangjiakou, ubicadas a 80 y 180 kilómetros, respectivamente, del centro de la capital china.
El deporte, y en concreto unos JJOO, siempre han marcado muchas alternativas para el país organizador dado que son considerados como la principal competición del mundo deportivo con la alta participación de un gran número de naciones de todo el mundo.
De hecho, China ya intentó organizarlos en 2000 pero la candidatura de Pekín fue derrotada por Sydney en 1993 pese a los intentos del entonces presidente del COI, el español Juan Antonio Samaranch, que quería repetir el éxito de los juegos de Seúl en 1988, cuando Corea del Sur vivía una “fuerte” dictadura militar que, tras el evento deportivo, la República de Corea se convirtió después en una democracia consolida.
La República Popular China quería esos juegos de 2000, era un arranque económico en una etapa nueva y Samaranch lo intentó, pero, por un lado, tenía la oposición de EEUU, temeroso de un desarrollo económico imparable de China, además de añadir otros factores políticos que Washington consideraba de suma importancia.
Y, además de estos temores, todo se vino abajo cuando Pekín fue penalizada por los acontecimientos de 1989 en la plaza de Tiananmen, aunque el COI seguía con la idea de darle los Juegos a China, en un año crucial para los chinos con la coincidencia del año del Dragón, un mito en el horóscopo chino que contribuiría a sacar a todo el país de sus atrasos pero con la esperanza de tímidos cambios políticos, dado que se insistió desde el COI que no se tuvieran en cuenta cuestiones políticas para la elección, como ocurrió con Corea del Sur.
Por otra parte, China tiene la suficiente infraestructura para conseguir sus objetivos. En los Juegos Olímpicos de Verano de 2008 Pekín tuvo que manipular el clima para evitar que lloviera durante la jornada de inauguración con el lanzamiento de cohetes con productos químicos a las nubes, y lo mismo tiene ya preparado para los Juegos de Invierno de febrero próximo ante la posible falta de nieve, dada la escasez de nieve natural a causa de la relativamente baja altitud de las sedes alpinas.
De esta forma, la elevación máxima de dos de las ciudades sedes olímpicas como Yanqing y Zhangjiakou ronda los 2.200 metros, aunque, eso sí, las temperaturas invernales en Pekín suelen ser muy bajas, pero la posible escasez de precipitaciones de nieve en las zonas previstas podría ser un problema, por lo que ya estas dos urbes tienen sus pistas listas y equipadas con decenas de cañones de nieve artificial.
Eso sí, China puede estar tranquila dado que Estados Unidos, pese a las especulaciones sobre un posible boicot a los Juegos Olímpicos, no lo hará, y eso que ha soportado presiones de diversos sectores de la sociedad y la política con los asuntos que siempre las autoridades chinas consideran temas de índole doméstico como la situación de los uigures y otras personas en su mayoría musulmanas en la región autónoma de Xinjiang (noroeste de China), la pérdida de libertades políticas y de expresión en Hong Kong o las amenazas de “invadir” Taiwán, entre otros. La concesión de los Juegos Olímpicos de Invierno 2022 a Pekín fue acompañada de la promesa del COI de que actuarían como catalizador de la reforma de los Derechos Humanos en la República Popular China.
En suma, el éxito olímpico interesa a todos, pero en especial a China. Un evento deportivo que no pasará desapercibido en el país y servirá para mostrar al mundo el desarrollo social y económico que ofrece la segunda economía mundial.
Los Juegos de Invierno de Pekín 2022 serán los más parejos en cuanto a género de la historia olímpica, ya que la cuota de mujeres aumentará del 41 % de la ciudad surcoreana de Pyeongchang a más del 45 %. La XXIV edición de estos Juegos, que se celebrarán del 4 al 20 de febrero próximo, ya está lista e incluso con público en las gradas tanto en los Olímpicos como Paralímpicos (del 4 al 13 de marzo), pero única y exclusivamente de la China continental, que disfrutarán in situ de los 15 deportes invernales que compondrán el programa olímpico.