La Unión Europea y Japón sientan las bases para el mayor acuerdo de comercio global

Madrid. Recientemente Shinzo Abe, primer ministro de Japón; Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, y Jean Claude Juncker, máximo responsable de la Comisión Europea (CE), se estrechaban la mano ante los medios de comunicación en Bruselas para celebrar el principio del mayor acuerdo de libre mercado del mundo hasta la fecha.
Previamente, Cecilia Malmström, comisaria de Comercio de la Unión Europea (UE), y Fumio Kishida, ministro de Asuntos Exteriores de Japón, habían comunicado a los medios en el mismo escenario que habían logrado un consenso sobre un principio de Acuerdo de Asociación Económica entre Japón y la Unión Europea (Japan – European Union Economic Partnership Agreement, JEEPA).
La elección de la fecha no fue casual pues estaba en coincidencia con el comienzo a primeros de julio de la cumbre del G-20 en Hamburgo y tanto los líderes de la UE como el de Japón habían acelerado las conversaciones con el propósito de llegar a tiempo a la cumbre y poder enviar un mensaje al presidente estadounidense, Donald Trump, con el que mostrarle que había un nuevo liderazgo en el libre comercio global.
Cuando las negociaciones comenzaron en 2013, la conclusión de este acuerdo no era prioritario para ninguna de las partes, pero se ha hecho primordial para demostrar que pueden llenar el vacío que dejó la retirada de Estados Unidos como líder comercial del mundo y hace también referencia a otro de los acuerdos que ha rechazado Trump, el de París sobre el clima.
Según de Shinzo Abe se ha creado la mayor zona de libre comercio avanzada e industrializada del mundo, con un mercado de 600 millones de personas que representa el 30% del PIB mundial y el 40% del comercio.
En términos generales puede decirse que es un acuerdo brillante ya que abre el mercado europeo a los automóviles japoneses y el japonés – tildado hasta el anuncio del acuerdo como el más restrictivo del mundo, con unos aranceles que como media son el 21% – a los productos agroalimentarios europeos.
De acuerdo con los datos proporcionados por la Comisión Europea, las exportaciones de la UE a Japón ascienden a 86.000 millones de euros al año y generan 600.000 empleos directos; a la entrada en vigor del acuerdo, los exportadores europeos se ahorrarán 1.000 millones de euros al año en aranceles.
Por otra parte, Japón reducirá los aranceles a la carne de bovino, de cerdo y al vino en un 85% y ha aceptado también suprimir los de muchos de los quesos europeos (Japón es fabricante de queso Camembert), que están casi en el 30%, y garantiza la protección en Japón de más de 200 productos agrícolas europeos, las llamadas indicaciones geográficas, protección que afecta, entre otros, al gouda holandés, al cheddar inglés y al manchego español.
En lo que se refiere al sector textil también se reducirán los aranceles, además de que los de los zapatos bajarán en una primera etapa del 30 al 21%, para quedar a 0% al cabo de diez años.
Respecto a las exportaciones de automóviles japoneses a la UE los aranceles, que actualmente son del 10%, se reducirán en un periodo de siete años. No obstante, el acuerdo incluye una cláusula de salvaguarda que permitirá reintroducir recargos temporalmente si Japón adopta medidas en perjuicio de los fabricantes europeos de automóviles; la duración de la cláusula es de diez años, toda vez que las dos partes se han comprometido a eliminar los aranceles para este sector.
Grosso modo, el acuerdo elevaría las exportaciones de la Unión Europea a Japón en un 34%, en tanto que las de Japón a la Unión aumentarían en un 29%.
Sin embargo, la negociación, después de más de tres años, no ha estado exenta de dificultades, lo que se manifiesta en que aún hay aspectos por cerrar. Así, respecto a la protección de inversiones, Japón no ha aceptado la creación de tribunales comerciales para solventar posibles conflictos entre empresas y Estados, aunque el presidente de la Comisión Europea, Juncker, ya ha manifestado que no se volverá al viejo sistema de arbitraje privado pues, si no se llega finalmente a un acuerdo a este respecto, serán los tribunales nacionales europeos y japoneses los encargados de su resolución.
Además de cerrar algunos aspectos aún poco definidos, como el de la protección de las inversiones, una vez concluido, el acuerdo deberá ser ratificado por las dos cámaras de la Dieta japonesa, por todos los países miembros de la UE y por el Parlamento Europeo. También, la Comisión Europea puede decidir que sea aprobado por los parlamentos regionales y locales. Este último paso del proceso estuvo a punto de hacer fracasar el acuerdo con Canadá.
En términos políticos, la conclusión del JEEPA proporcionará réditos tanto a los dirigentes de la Unión Europea – tocados por la salida de Reino Unido a consecuencia del Brexit y por la actitud proteccionista de los Estados Unidos – como al dirigente japonés, recientemente derrotado en las elecciones a la Asamblea metropolitana de la capital, Tokio, que ha dado al nuevo partido de la gobernadora Yuriko Koike una victoria que la consolida frente al primer ministro, Shinzo Abe, cuya popularidad ha caído más de diez puntos desde mayo y, para tratar de paliar esa caída, ya ha anunciado una remodelación de su gobierno el próximo mes de agosto.
Abe se ha visto afectado también por un nuevo escándalo de amiguismo y por la reciente aprobación de la ley anti-conspiración terrorista, contestada por miles de manifestantes japoneses y criticada por Amnistía Internacional, por el relator especial sobre privacidad de Naciones Unidas y por la Federación de Colegios de Abogados de Japón que la ven como una restricción de las libertades básicas.