Corea del Sur, Japón y China refuerzan su cooperación y buscan dar más estabilidad a la zona

| DJ Mapping, Wikimedia
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Madrid. Mientras Corea del Norte lanza su primer satélite espía para reforzar sus capacidades de vigilancia ante sus «enemigos potenciales», los cancilleres de Corea del Sur, Japón y China se han reunido en la ciudad surcoreana de Busan para normalizar su cooperación, compartir asuntos de interés común y retomar las estancadas cumbres en un momento en que Pyongyang ha reforzados sus vínculos con Rusia y cuando la península coreana no logra la estabilidad deseada tras la suspensión del acuerdo militar firmado en 2018 por los dos Coreas.

El acuerdo, firmado en Pyongyang en septiembre de 2018 en el marco de la cumbre que celebraron el entonces presidente surcoreano, Moon Jae-in, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, supuso, entre otras cosas, derribar una decena de estas casamatas junto a la zona desmilitarizada (DMZ) que separa a los dos países, técnicamente aún en guerra. Pero ahora, tras el lanzamiento del satélite espía norcoreano el pasado día 22 de noviembre, Seúl anunció que suspendía el cumplimiento de una de las cláusulas del acuerdo militar en respuesta a ese lanzamiento, por lo que se volverían a realizar patrullas de reconocimiento aéreo en torno a la frontera de cara a fortalecer la vigilancia de su vecino. El acuerdo servía para reducir la tensión militar en la península coreana, en especial en sus respectivas fronteras.

Corea del Norte respondía a la suspensión parcial de un acuerdo militar bilateral entre las dos Coreas anunciada por el Sur lanzando un misil balístico y que abandona de manera íntegra el mencionado pacto, y sumado a que los ejércitos de Corea del Sur, Japón y Estados Unidos están llevando a cabo ejercicios navales combinados que han contado con la participación del portaaviones de propulsión nuclear estadounidense USS Carl Vinson en respuesta al reciente lanzamiento de un satélite espía por parte de Corea del Norte, la tensión en la península coreana no tiene perspectivas de una mayor estabilidad. Eso sí, China es vital en todo.

Tanto a Pekín como a Seúl y a Tokio les interesa una normalización política, cuyas reuniones estaban suspendidas desde hace cuatro años, y pese a que el régimen norcoreano ha indicado que la misión satelital comenzará oficialmente el 1 de diciembre y ha asegurado que el aparato ya ha captado imágenes relevantes, entre ellas de varias instalaciones militares estadounidenses en la isla de Guam y de las principales regiones captando fotografías de Mokpo, Gunsan, Pyeongtaek, Osan, Seúl y otras áreas, que incluye la ciudad de Pyeongtaek, en el norte de Corea del Sur, que es donde se ubica Camp Humphreys, la mayor base militar de EEUU fuera de su territorio.

La inestabilidad de la península coreana no cede y ahora Kim Jong-un se ve más «fuerte» por sus buenas relaciones con Rusia y su política unilateral, país al que le suministra material militar para su guerra contra Ucrania. La polarización de la geopolítica internacional tras la crisis de Oriente Medio ha supuesto que chinos, nipones y surcoreanos afronten los retos de la región, unas reuniones que se vieron suspendidas por el estallido de la pandemia, además de los roces diplomáticos entre Tokio y Seúl por disputas históricas, aunque ahora entre los dos países hay una «excelente» relación y con EEUU como su patrocinador principal.

China, Japón y Corea del Sur tienen ante sí el reto de un mayor desarrollo regional y obviamente global, tal como dijo el canciller de China, Wang Yi, país cada vez más interesado en que la normalización sea más armoniosa, cuando la economía se ve muy salpicada en todos los órdenes, pero a chinos y estadounidenses no les interesa que la inestabilidad de la geopolítica mundial les afecte en sus relaciones comerciales.

La estabilidad de la península coreana es crucial y el objetivo de esta cumbre ha radicado en disminuir la tensión con Corea del Norte tras el lanzamiento de su primer satélite espía y con el trasfondo de asegurarse una vigilancia de sus «enemigos potenciales», a los que ha respondido a la suspensión parcial de un acuerdo militar entre las dos Coreas lanzando la pasada semana un misil balístico que falló en pleno vuelo. Una inestabilidad en la zona que no facilita la calma, sobre todo cuando hay indicios de que Rusia asesoró a Corea del Norte para que pudiera poner en órbita ese primer satélite espía, lanzado con éxito la pasada semana.

Eso sí, el ministro de Asuntos Exteriores surcoreano, Park Jin, pidió a «China que desempeñe un papel constructivo, ya que es de interés común para Seúl y Pekín que Corea del Norte detenga sus provocaciones y tome el camino de la desnuclearización», una petición en la que también coincide la canciller nipona, Yoko Kamikawa, quien conversó con Wang Yi sobre el veto impuesto por China a sus importaciones de productos del mar capturados en Japón a raíz del inicio del vertido del agua tratada de la accidentada central nuclear de Fukushima a finales de agosto.

Una cumbre en la que también Japón y Corea del Sur abordaron asuntos pendientes bilaterales como los litigios en torno a las esclavas sexuales del Ejército imperial nipón en el siglo pasado, uno de los principales escollos de sus relaciones, pero una cita trilateral que ha llegado en un momento clave de las tensiones en las relaciones internacionales a nivel mundial, las cuales se han podido suavizar tras el encuentro de Joe Biden y Xi Jinping recientemente en San Francisco (EEUU), en el que ambos dirigentes abogaron por estabilizar vínculos y prevenir conflictos en sus propias relaciones.

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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