¿Pueden las deserciones debilitar al régimen de Corea del Norte?

Pyongyang
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Madrid. Tanto la deserción del número dos de la Embajada de Corea del Norte en el Reino Unido, Thae Yong-ho, como la de un alto cargo norcoreano encargado de gestionar divisas en Europa, conocido como Kim Myeong-chul (nombre ficticio), ocurridas la semana pasada, además de los trece norcoreanos que trabajaban en un mismo restaurante en China en abril sirven para teorizar si realmente el régimen de Kim Jong-un está listo para afrontar una posible “huida” de sus diplomáticos en el extranjero a terceros países o es el principio de una nueva situación política que se le puede escapar de las manos a Pyongyang.

Corea del Norte ha mostrado desde hace tiempo una cierta inquietud sobre los altos funcionarios y diplomáticos norcoreanos que operan en el extranjero ante la posibilidad de que busquen asilo en Seúl o en cualquier otro país, e incluso muchos de ellos no están con toda su familia, siempre quedan algunos en Pyongyang como “rehenes” y así todos saben a las consecuencias que ello conlleva.

La falta de combustible hace más factible las dificultades por parte del régimen norcoreano de controlar la tecnología punta, donde las redes sociales tienen cada vez menos frontera y las posibilidades de obtener más información desde fuera es un hecho tangible que puede derribar la “calma” de las autoridades por seguir controlando todo, donde la fuerte propaganda de que el “país está en guerra” y necesita defenderse de un posible ataque de EEUU y Corea del Sur o el “culto a la personalidad” de todos sus líderes pueden hacer peligrar la estabilidad del régimen.

Cuando los dirigentes de la antigua República Democrática Alemana (RDA) anunciaban la apertura de la frontera en Berlín Oriental, el 9 de noviembre de 1989, una multitud de berlineses se concentró en los puestos de control, los guardias no tenían órdenes de dejar pasar a nadie, pero finalmente accedieron ante las exigencias de las personas y fue cuando un sueño se hizo realidad, el muro caía pacíficamente y el régimen germano oriental cedía ante la presión ciudadana y las ansías de cruzar al otro lado, pero obviamente esto es muy difícil que ocurra en Corea del Norte. Al menos, por ahora.

Corea del Norte necesita cambiar y abrirse para evitar su caída, pero nadie, de momento, desea la desaparición del régimen, hay demasiados intereses en todas partes, entre ellos los  países que integran las conversaciones a seis bandas (Rusia, China, EEUU, Japón y las dos Coreas), pero sin mínimos indicios de apertura y con el mantenimiento de su política nuclear, además del férreo control que Pyongyang hace sobre su ciudadanía, que desconoce todo lo que ocurre fuera de sus fronteras, en especial en Corea del Sur y China, puede quebrarse en cualquier momento y originar una situación por ahora bastante difícil de producirse.

Lo que sí está claro que la estricta vigilancia a sus ciudadanos y el extremado culto a la personalidad de  líder, Kim Jong-un, siguen reñidas para mejorar el nivel de vida de los norcoreanos, que no tienen acceso a Internet, no más de tres de los 24 millones de habitantes, y controlado por el gobierno, donde el acceso a Facebook, Youtube y Twitter están prácticamente bloqueados.

La idea de desertar es cada vez mayor, aunque sus temores son grandes, y el miedo que existe radica en que se derrumbe el régimen con un “goteo” de desertores que no lo va a permitir nadie, pero es un claro mensaje al régimen en el sentido de que más diplomáticos deseen marcharse a otros países, sobre todo desde cuando el país vivió una gran crisis con el fusilamiento de Jang Song-Thaek, en diciembre de 2013, tío del líder Kim Jong-un, partidario de reformas y acusado de traidor, así como también los fusilamientos del jefe del Estado Mayor, el general Ri Yong-gil, en febrero de 2016, acusado de  corrupción, abuso de poder y “por desviarse de las líneas políticas del régimen”, y en abril de 2015 de ministro de Defensa, Hyon Yong-chol, por traición y falta de respeto al joven líder.

Las deserciones de norcoreanos a Corea del Sur crecieron un 16 por ciento interanual en los primeros cinco meses de 2016, después de caer con firmeza en los últimos años tras la llegada al poder de Kim Jong-un, donde 590 norcoreanos, entre ellos dos altos cargos, un coronel de los servicios secretos de la inteligencia militar norcoreana que se marchó a Seúl, y luego Kim Chor-sen, que trabajaba como tercer secretario de la Legación norcoreana en Moscú, que  escapó con su esposa y su hijo a Seúl, pero alrededor de 30.000 son los que se han escapado al Sur desde el final de la guerra (1950-53), según el Ministerio de Unificación surcoreano.

El Ejército norcoreano patrulla intensamente la frontera entre los dos Coreas para evitar las deserciones, por lo que la ruta de salida suele ser a través de China y un tercer país -principalmente Tailandia y Mongolia- desde donde los desertores solicitan asilo a través de las embajadas surcoreanas.

Las sanciones impuestas al país y otra serie de circunstancias que ocurren diariamente en Corea del Norte es lo que obligan a los diplomáticos norcoreanos en el extranjero tener que estar constantemente explicando, además de la política nuclear cuando Pyongyang lanza un nuevo misil que el mundo condena.

Desde Corea del Sur se informa de que Thae Yong-ho, de 55 años, es una de las deserciones de más alto nivel en años y, según fuentes del Gobierno surcoreano, el número dos de la Embajada norcoreana en Londres, huyó con su esposa “por insatisfacción con el régimen de Kim Jong-un y para garantizar un futuro mejor a sus hijos”. Pero Pyongyang lo ha calificado de «criminal» y acusó a Seúl de atraerlo para desertar. “Un fugitivo que malversó fondos y vendió secretos de Estado, y estuvo bajo investigación en junio por supuestos abusos a menores”, señala agencia norcoreana KCNA.

Un incidente más entre las dos Coreas que se ha visto incrementado por la advertencia de Corea del Norte de que Seúl pagará un «alto precio» por el mayor ejercicio de artillería con fuego real recientemente cerca de la frontera intercoreana de la Zona Desmilitarizada de Panmunjon (ZDM), además de la condena a EEUU y a Corea del Sur por las nuevas maniobras militares previstas en la próxima semana.

Es decir, el mismo guion de muchos años y la península coreana en ese mismo estado de “tensión”, menos que antes, aunque obviamente cambian los protagonistas. La primera vez que fui a Corea allá por 1986 ya este guion llevaba tiempo escribiéndose.

No obstante, no se espera, en todo caso, que la huida de Thae Yong-ho pueda generar un fuerte impacto en Pyongyang, como sí lo hizo en 1997 la de Hwang Jang-yop, el desertor norcoreano de más alto rango en la historia al haber sido presidente de la Asamblea Popular Suprema y uno de los artífices del ideario Juche  (autosuficiencia), pero si debe considerarse un serio aviso al régimen y al mismo tiempo a China, en el sentido de que Pekín no quiere una inestabilidad en el país pero si cambios que mejoren la vida de los ciudadanos pero una posible continuidad de altos cargos y diplomáticos en el extranjero desertando no es un buen síntoma de tranquilidad y más cuando una parte ellos quieren escapar de posibles “purgas” del régimen por cualquier “metedura de pata” que son fuertemente castigadas.

En la medida que aumentase las deserciones de diplomáticos en el extranjero podría “contaminar” a otros muchos ciudadanos, pero sin olvidar que la mayoría de los desertores son gente con bajos recursos y con dificultades y escasez de toda materia prima necesaria para la supervivencia,

De ahí que estas deserciones de altos funcionarios, así como la de Jang Sung-gil, el embajador norcoreano ante Egipto, solicitó en 1997 asilo en Estados Unidos, con su hermano mayor, un diplomático norcoreano destinado en Francia, o la de Kyong Won-ha, uno de los científicos del programa nuclear norcoreano en 2002, junto a una veintena de funcionarios, aunque sean menos, pero aumentan, dado que tienen enormes privilegios, pero si se incrementasen todo puede cambiar, en especial cuando el país sufre duras sanciones internacionales que “comprometen” a sus diplomáticos en el exterior ante la obligación de explicar lo que hace Pyongyang.

Sólo cabe resaltar que pese al “Byong-jin” (desarrollo del programa nuclear), donde Kim Jong-un quiere mezclar el progreso nuclear con el desarrollo de la economía con su nuevo “plan quinquenal”, la única vía posible para relanzar el cambio y progreso en Corea del Norte son las conversaciones a seis bandas (Rusia, China, EEUU Japón y las dos Coreas), suspendidas desde 2008, encaminadas a detener su programa nuclear a cambio de reconocimiento diplomático, petróleo para suplir su falta de energía y ayuda humanitaria.

Las dos Coreas siguen técnicamente en guerra, ya que el conflicto que las enfrentó entre 1950 y 1953 se saldó con un alto el fuego en vez de un tratado de paz.

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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1 respuesta

  1. José Antonio Estupiñán dice:

    Fantástico artículo. Y un tema que no he visto en otros medios de publicación. Lo que no entiendo como a la inteligencia militar norcoreana, se le han escapado dos importantes funcionarios.

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