Nagasaki conmemora los 71 años del bombardeo atómico

Hibakusha de Nagasaki contando su experiencia en Viena en 2007
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Madrid. Este pasado 9 de agosto se han cumplido 71 años desde que Estados Unidos lanzara la bomba atómica sobre la ciudad de Nagasaki, en Japón. Unos días antes, el 6 del mismo mes, hicieron lo mismo sobre Hiroshima. Ambos eventos han pasado a la posteridad por tratarse de los únicos ataques con armas nucleares de gran alcance sobre población civil.

Los supervivientes de dichos ataques reciben el nombre de hibakusha (被爆者, (literalmente «persona bombardeada»). No solo han tenido que llevar el peso de sobrevivir a uno de los ataques más atroces de la historia, sino también multitud de efectos secundarios (de los cuales el cáncer es el más común) y el estigma de una sociedad que acababa de perder una guerra.

Gracias a la lucha y perseverancia de los supervivientes de estos ataques, el gobierno japonés les asigna una subvención a todos ellos por los daños sufridos, según el nivel de proximidad que hubieran tenido con la radiación. Así, se fundaron instituciones como el Nihon Hidankyo en 1956.

Una hibakusha que ha dado varias entrevistas a los medios ha sido Shizuko Abe. Tenía 18 años cuando la bomba atómica cayó sobre Hiroshima, su ciudad natal, y se encontraba a solo un kilómetro y medio del epicentro de la explosión. Sobrevivió, pero le dejó marcada de por vida. Se ha visto obligada a someterse a multitud de operaciones para recuperar movimiento en extremidades, realizándole injertos de piel en varias zonas de su cuerpo. Lo peor de todo, sin embargo, fue el rechazo por parte de su familia política. Su marido quiso casarse con ella a pesar de todo, pero, aún con el nacimiento de los hijos, su suegra seguía protestando con que su hijo debía abandonarla y casarse con una mujer completa.

En el año 1945 se conocía muy poco sobre los efectos de la radiación. Los japoneses en su mayoría pensaron que se trataría de algo infeccioso y susceptible de ser contagiado. Por ello, aquellos que habían tenido la suerte de librarse de los ataques evitaban el contacto con los supervivientes. La sombra de la radiación era demasiado larga.

La paranoia y marginación se hizo extensiva a las siguientes generaciones. Hiroko Sakaguchi nació en 1949 en Nagasaki. Con solo 23 años, su madre había sido una de las supervivientes al ataque.  Murió por cáncer de pulmón e intestinal. Los tíos de Sakaguchi sobrevivieron 10 días a los efectos posteriores de la radiación. Actualmente, Hiroko Sakaguchi  dirige la Asociación de hijos de víctimas de la bomba atómica en la prefectura de Nagasaki. Asimismo, se encarga de promover ayudas por parte del gobierno a hibakushas que ya no viven en Japón, especialmente a aquellos que se encuentran en Corea del Sur.

Hiroshi Iso tenía solo 4 años cuando lanzaron la bomba nuclear sobre Hiroshima. Recuerda aquella mañana como soleada y bonita. Hasta que a las 08.15 am ocurrió la explosión. Entonces la ciudad «se convirtió en un infierno».

La mayor parte de los hibakushas en activo defienden y promueven un mundo sin energía nuclear, y apoyan la inexistencia de todas las bombas de destrucción masiva. Su labor continúa siendo, todavía hoy en día, sumamente importante para la concienciación de los desastres de la guerra y la destrucción que conlleva. No solo para las víctimas (en el año 2009, se calculó que un total de 140.000 personas había fallecido debido a los efectos de la bomba en Hiroshima), sino también para los supervivientes.

Nota: La mayor parte de los testimonios de hibakushas pueden leerse aquí: http://www.hibakushastories.org/meet-the-hibakusha/    (web: Hibakusha Stories)

Ana Alonso Giménez

Licenciada en Historia (especialidad en antropología), directora de Fantasy Cloud S.L y colaboradora en varios blogs que versan sobre Japón

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