La cumbre del G20 marca el reto de los principales problemas mundiales con China como anfitriona

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Madrid. Las tensiones en el Mar de China Meridional, el problema nuclear norcoreano, la guerra de Siria y la crisis ucraniana, que convertirán al líder ruso, Vladímir Putin, en uno de sus protagonistas, además del flujo de refugiados, con la presencia de Barack Obama y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, harán de esta cumbre del G20 la necesidad de armonizar las divergentes estrategias para llegar a acuerdos mínimos, al menos con el objetivo, difícil, de garantizar un 2 por ciento de crecimiento hasta 2018.

La ciudad oriental china de Hangzhou, la más grande de la provincia de Zhejiang en la República Popular China, vivirá, los días 4 y 5 de septiembre, dos jornadas frenéticas de reuniones y de búsqueda de soluciones de la mayoría de los líderes mundiales, ya que, por un lado, acuden Turquía y Rusia,  antes enfrentados por el derribo de un avión ruso en octubre de 2015, y ahora más en sintonía con el grave asunto sirio con una solución política con el apoyo de China, donde Moscú siempre se opone a la retirada del líder sirio, Bashar al Asad.

Y, por otro, el grave problema de los refugiados supondrá hacer cábalas para evitar aún más el deterioro de Turquía, tras el fallido “golpe de Estado”, para buscar todas las vías posibles en la lucha contra el terrorismo y el importante papel que tiene Ankara por encargo de la UE para deportar refugiados desde Europa a suelo turco, pero sin olvidar que tanto el presidente francés, François Hollande, país golpeado por el terrorismo yihadista, mantendrá una importante cita con la canciller alemana, Angela Merkel, y con Putin para tratar la crisis entre Moscú y Kiev por la península de Crimea, anexionada por Rusia.

Sin embargo, en esta cumbre del G20, el encuentro entre el presidente del país anfitrión, Xi Jinping, con el estadounidense Barack Obama, marcarán una gran parte de la agenda política, en la que Obama hará su última visita a Asia, incluida Vientiane, la capital de Laos, el primer presidente de EEUU que visitará este país del sudeste asiático, para asistir, tras a la cumbre del G20, a la XIX reunión entre China y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).

Pero Obama tratará en Vientiane de promover el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), en cuyas negociaciones participan Japón, EEUU, Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam, y que se interpreta como contrapeso de poder a China, pero que todavía no está consolidado como quiere el mandatario estadounidense.

Además, Obama tratará con el presidente Xi Jinping de ratificar el pacto sobre el cambio climático logrado a finales de 2015 en la cumbre de París, consolidando la lucha contra el calentamiento global como su batalla compartida, pero en su agenda política estará el asunto de la militarización del nordeste asiático, donde la situación del Mar de China Meridional, zona en la que Pekín mantiene disputas territoriales con varias naciones vecinas, cuya tensión ha aumentado a raíz del reciente fallo en julio pasado de la Corte Internacional de la Haya a favor de Filipinas en su contencioso con Pekín.

Aunque Pekín, que afronta esta cumbre con una desaceleración en su crecimiento económico, tratará de que estos asuntos de los mares de China Meridional no se traten en la cumbre del G20, al considerar que debe hacerse directamente con los países en litigio, Obama hará ver que Estados Unidos tiene su “interés” en no “distanciarse” de los problemas reales de la zona, la cual ahora con la escalada nuclear de Corea del Norte sirve de justificante a Washington para desplegar el escudo antimisiles THAAD en Corea del Sur, una iniciativa que Pekín ve como una amenaza al igual que Moscú, y al mismo tiempo ha originado un “enfriamiento” en las relaciones entre Pekín y Seúl, que la presidenta surcoreana, Park Geun-hye, tratará con Xi Jinping de explicarle que no hay tal peligro ni amenaza.

Y eso sin olvidar a Japón, fuerte aliado de EEUU, que también mantiene sus litigios con China a causa de la disputa de las islas del Mar Oriental, la conocidas Diaoyu (según China) y Senkaku, para Tokio), que han originado frecuentes choques diplomáticos, reclamadas por ambos países y que viene sirviendo al país nipón para ir armándose cada vez más o bien por un “posible” ataque nuclear norcoreano o por impedir el auge militar chino.

Taiwán, ahí sigue, tampoco con muchos síntomas de acercamiento a China desde la llegada de la nueva presidenta de la independentista Tsai Ing-wen y el PDP (Partido Democrático Progresista o Minjindang) que ha molestado bastante a Pekín, pero Taipéi sabe muy bien que siempre tiene detrás a EEUU ante cualquier problema que le ocasione el “gigante asiático”.

Vistas así las cosas, desde el punto de vista económico, lo más importante en esta cumbre del G20 será llegar a un consenso sobre cooperación global con la firme voluntad de la importancia de que estos países del G20 lancen una clara señal de cooperar para encontrar medidas económicas que den soluciones globales al mundo.

Después de ocho años después de la quiebra famosa de Lehman Brothers, los países del G20, que suponen dos tercios de la población mundial, es decir, el 85 por ciento del PIB y el 80 por ciento del comercio transfronterizo, aún no ha encontrado la solución a los reales problemas de una economía global marcada por la crisis.

La economía internacional no está bien, pero esta cumbre del G20 debe inspirar los mecanismos necesarios para incentivar una economía más equilibrada, sobre todo cuando China es actualmente el segundo lugar de destino más grande del mundo para el capital de riesgo después de Estados Unidos, pero Pekín no desaprovechará la ocasión para promocionar el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII), que acaba de invitar a Canadá a que se sume al proyecto, donde países emergentes como Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica afrontan una serie de problemas no exentos de dificultades.

En definitiva, el G20, cuya cumbre se celebrara en la ciudad china de Hangzhou, los días 4 y 5 de septiembre, tendrá el mayor peso económico global para devolver al mundo hacia una «fuerte recuperación económica», que obviamente lo necesita.

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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