China a la conquista de Europa

Li Keqiang, Premier de China. Foto Wikipedia
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Bruselas. Esta semana China y los países de Europa central y oriental -el grupo de los dieciséis- se reunieron en Budapest en la sexta cumbre China-CEEC, representados por sus jefes de gobierno, Li Keqiang, de China, y el húngaro Víctor Orban, como anfitrión, además de los jefes de Ejecutivos de los otros quince países participantes y del representante de la Unión Europea (UE), en un periplo europeo del primer ministro Li en el que ha ofrecido un desembolso de unos 2.600 millones de euros a esa región.

Esta reciente cumbre también ha servido para conmemorar el quinto aniversario del comienzo de su cooperación en el año 2012 en Varsovia, conocida como cooperación China-CEEC (por las siglas en inglés de Central and Eastern European Countries).

En este grupo de países, además de Albania, Bosnia Herzegovina, Macedonia, Montenegro y Serbia, participan once países miembro de la UE, lo que da una idea de la apuesta estratégica de China por esta región.

La cumbre China-CEEC, aunque amplía el ámbito de cooperación china en Europa, no es un inicio, sino la continuación de una conquista empezada ya hace años a través de distintas compras e inversiones y se enmarca en la iniciativa de la nueva ruta de la seda que se articula a través de propuestas de inversión en países de Asia, Europa, África y, desde hace poco, América.

En julio de 2016, la empresa china Midea adquirió la empresa de digitalización y robótica alemana Kuka, pese a los intentos del gobierno alemán y de la Comisión Europea (CE) por impedirlo.

De esta forma, el consejo de administración de Kuka reconoció que la oferta era muy difícil de rechazar, pues aumentaba en un 60 por ciento su último valor de mercado y en este momento China ya es propietaria del 76 por ciento de Kuka. Midea, por otra parte,  ha dado todo tipo de garantías para no soliviantar a los que rechazaban su compra: se comprometió a mantener la independencia del consejo de Kuka, sus 12.300 puestos de trabajo y su sede en la ciudad bávara de Augsburgo, donde se ubica desde su creación, durante siete años y medio.

En otro momento y en el Reino Unido, cuando aún era Cameron su primer ministro, chinos y británicos se daban la mano por la inyección de recursos que los chinos ponían en otro proyecto controvertido, la central nuclear Hinkley Point C Nuclear Plant y, desde la victoria del sí (Brexit) en el referéndum para salir de la UE, los británicos no dejan de mandar señales a los chinos en la esperanza de que firmen con ellos un acuerdo de libre comercio que contribuya a paliar, al menos en parte, su salida de la Unión Europea.

Grecia, por su parte, le ha vendido a la empresa naviera china COSCO la explotación del puerto del Pireo durante 30 años por 368 millones y medio de euros y China, a su vez, se ha comprometido a añadir otros 350 millones de euros de inversión en la mejora de las instalaciones portuarias.

La adquisición más importante de China fue la compra de la multinacional suiza, que no pertenece a la UE, de los pesticidas para la agricultura Syngenta por la estatal ChemChina por la que pagó 38.000 millones de euros.

Pese a esta política de inversiones chinas, no todas las compras han resultado exitosas, un ejemplo de ello es la frustrada adquisición de la empresa alemana Aixtron debido en parte a las dificultades que los propios chinos le ponen a los compradores extranjeros en su país, lo que se traduce en recelo y desconfianza por parte de las instituciones comunitarias y al desequilibrio de la balanza comercial entre la Unión Europea y China, según revela un estudio de la consultora Baker McKenzie y del Rhodium Group.

Pese a todo, los chinos siguen apostando por invertir en Europa, mientras se frotan las manos al corroborar el proteccionismo del presidente Trump, a la vista de las inversiones chinas en la república Checa y en el proyecto de construcción de un tren rápido entre Sarajevo y Budapest, que sería financiado por China.

Lo que queda por esclarecer es qué papel adoptará la UE cuando once de sus Estados miembros realizan acuerdos comerciales y financieros con los chinos y ella misma parece más confusa que acorde con estas operaciones. Lo normal es que no obstaculice la inversión china en sus socios, pues es una fuente de financiación importante para sus miembros.

China, por su parte, va camino de hacer realidad su estrategia para 2025 –Made in China 2025– cuando lo fabricado en China habrá dejado de ser intensivo en mano de obra y de poco valor añadido y sus empresas se convertirán en fabricantes de productos con alto valor añadido en sectores clave en el intercambio internacional como el ferrocarril, la robótica, la tecnología de la información y la tecnología aeroespacial.

En suma, para China, los países del llamado grupo de los 16 -Hungría, Albania, Bulgaria, Bosnia Herzegovina, República Checa, Croacia, Estonia, Letonia, Lituania, Macedonia, Montenegro, Polonia, Rumanía, Serbia, Eslovaquia y Eslovenia-, que suma unos 120 millones de habitantes, tiene un doble interés en términos estratégicos y económicos.

La Unión Europea (UE) sigue de cerca y más cuando el divorcio Europa-Donald Trump es evidente, el acercamiento económico de China a países de Europa oriental y además observará que esas actividades sean «complementarias» con el marco de relaciones entre los Veintisiete Estados comunitarios y el “gigante asiático”, cuyo “Banco Chino de Desarrollo” asegurará 1.677 millones de euros para un fondo de desarrollo de los países de la región.

Juan de Castro Pita

ex consultor de Naciones Unidas

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